viernes, 29 de junio de 2012

No es moco de pavo


Material extraído del trabajo inédito de Eduardo Wolfson "Espéculo para armar"

Diciembre de 2005. Mesa redonda televisada. 
Tema: “El desarrollo nacional y el resto del mundo”

Panel invitado: Emérito Parrondo Presidente vitalicio de la AFA. 
Licenciado Luis Abelardo Mc Donal’s Diputado Nacional. 
Dr. Nathaniel Camus epidemiólogo. 
Licenciado Bernardino Espéculo, Presidente de la Organización Profesional para la Trascendencia. 
Conduce Patricio Groncho Dona

Bernardino – Usted bien sabe, Patricio, que no soy hombre de tirar halagos                   fáciles, pero quiero felicitarlo, sobre todo por la concreción de estas mesas redondas, realmente esclarecedoras. En todo pueblo hay culturas que no se difunden, y sin querer con esto, que se tome mi declaración como política, les diré que los medios y                       periodistas, salvo raras excepciones, como lo es este programa, contribuyen decididamente al oscurantismo del pensamiento de  toda una sociedad. La cumbre, tal vez, pudo ser un cuadrilátero de box como lo describieron los economistas, pero en su                              trastienda, querido Patricio, estaban los apostadores, contrahechos, crueles, en ellos no anidan ni sentimientos, ni historicidad. Mientras los países se aniquilan en un circo romano,                 ellos placenteramente brindan con champaña francés desde las plateas.

Nathaniel Camus   – A usted, con la aniquilación no le ha ido nada mal mi                                    querido Bernardino.

Bernardino              – No he llegado hasta aquí para escuchar chicanas.

Conductor               Señores, por favor, con ambos me une una amistad de                               años. En nombre de esa amistad, les voy a pedir, tengan a  bien atemperar sus pasiones para poder enriquecer el debate. Luis Abelardo Mc Donald’s, tengo entendido que                                más allá de su rol temporario de diputado, es usted Licenciado en desperdiciología multicausal

L A Mc Donald’s   - Es un título que obtuve en Suecia cuando era joven, fue                                en la misma universidad donde Bernardino obtuvo el de licenciado en ciencias mortuorias.

Émerito Parrondo  - ¡Pamplinas!, se van a cumplir treinta años de que nuestra                                 Asociación ha denunciado que ese título no existe en el país, y en su momento, fue una de las causas por la cual el  ingreso del señor Espéculo no fue aceptado en la AFA.

Bernardino              Nunca tuve la intención de pedir mi admisión en la AFA,                              yo no tengo, no tuve, ni tendré cocherías.

Émerito Parrondo    – Nosotros tenemos funerarias señor y llamamos a las                                    cosas por su nombre.

Conductor                  – Siento agresividad en la mesa y también experimento la                             sensación, de que este chisporroteo, se origina en antiguas historias no saldadas. Por nuestros espectadores, les pido que tratemos nuestras diferencias sobre el tema que nos                                convoca.

L A Mc Donald’s    - Afirmativo. Pero pienso que estas rencillas tienen                                       impertinencia concreta en la cuestión tratada. Después de todo, las historias se encuentran prescriptas.

Nathaniel Camus   – Las historias están vivitas y coleando, y contagian mucho                            más de lo que usted cree.

L A Mc Donald’s     - Son puntos de vista, en su momento, yo mismo vi como                               las consumía la parrilla.

Conductor               Celebro la metáfora licenciado, pero permítame                                         formularle una pregunta al Licenciado Especúlo.  Bernardino, déjame tutearte ¿fue comprobada la existencia de cien mil bolsas portacadáveres, compradas a una firma                            norteamericana, depositadas en el hotel sede de la cumbre?

Bernardino              –Así es,  la denuncia que presentamos ante la secretaría                                de derechos humanos, manifiesta en todo su horror la operación perpetrada.

Émerito Parrondo   Lo único que obtuvo con su conducta bravucona, es                         ponernos en pie de guerra con la primera potencia mundial.

L A Mc Donald’s      - El señor Parrondo habla como si él fuera una oveja.

Nathaniel Camus   Lo cierto es, licenciado Espéculo, que esto de crearse                                enemigos capaces de obligarnos a importar las pestes más letales, no es muy aconsejable.

Bernardino              Solo intenté defender nuestros valores y nuestra                                         producción. Luché para que se respete a nuestra gente y sus fuentes de trabajo.

Nathaniel Camus   Ahora que lo pienso, una hipótesis posible, es que usted                            premeditó este escándalo mediático para que nos envíen las pestes, ya que eso lo ayudaría a escriturar más lotes para la trascendencia.

Émerito Parrondo  Este hombre vende lotes que nadie ha visto.

L A Mc Donald’s     - Me parece que el epidemiólogo y el fúnebrero se han                                   puesto en yunta tratando de patear el tablero. Yo ya los tengo fichados.

Bernardino              Gracias Luis Abelardo, pero es normal que las gallinas                               cacareen. Estos señores son los que han hecho de la muerte un lugar común. Eso les conviene a sus intereses.

Émerito Parrondo   ¿Y a usted no?

Bernardino              Son ustedes los que insinuaron que mi medio de vida es                            la trascendencia. Lástima que no saben de que se trata.

Nathaniel Camus   Seguro que el licenciado nos va a desasnar.

Bernardino              Espero poder hacerlo. Ustedes creen que la                                      trascendencia es algo que inventé para poner en valor y en mercado, de otra forma, a la muerte. Pues no. Los que han trascendido, bien lo saben. Son libres del metraje y las                                   horas, y es por eso que tienen la ventaja y la felicidad de no reconocer la propiedad privada. Ustedes dicen que nadie ha visto los lotes de la trascendencia, y es cierto,                                 porque la trascendencia es la tierra que viaja dentro de uno. Se dan cuenta, ni mi organización, ni mi pensamiento tienen nada que ver con la muerte. Eso es cosa de finados.

Émerito Parrondo No tanta cháchara, nosotros exigimos una prueba                                        concreta de la existencia de esos lotes.

Nathaniel Camus   Acaso ¿no estarán en el centro de los basureros a cielo                              abierto que el diputado Mc Donald’s supo legislar?

L A Mc Donald’s     - En el centro de eso basureros solo hay delincuentes, que                             ahora, se los reconoce como familias carenciadas. Están solo ellos y algunos colegios para su prole.

Bernardino              Al señor Parrondo y sus amigos, en su afán por hacer                                  negocios, los ha invadido el más cruel materialismo. Para ellos las mercancías deben tener forma y ubicación, sino, no existen. La trascendencia y el hábitat de los                                  trascendidos, mis queridos pragmáticos, es absolutamente intangible. Recuerden que “lo sólido se desvanece en el aire”.

Conductor               - Debemos concluir el programa. Usted que está del otro                              lado debe estar preguntándose, ¿Qué es lo que lo llevó a Patricio a tratar en una mesa redonda, un tema tan importante como el “Desarrollo nacional y el resto del                                    mundo”, sin la presencia entre sus invitados de ningún economista, tampoco algún gurú de esta city . Pues bien, recapitulemos, hace pocos días tuvo lugar en nuestro país,                           una cumbre de presidentes americanos, que yo diría, en una primera aproximación, fue para mi gusto, demasiado bulliciosa. Ahora bien, los que estamos atentos                                              diariamente, a la información nacional e internacional que se produce, no podemos dejar de advertir que ese clima adverso a la conciliación de posiciones, se fue gestando                            antes de la inauguración del acontecimiento.
La Argentina fue sede y el mundo entero nos estuvo observando, creo que no debemos perder de vista esta impronta, que bien puede ser el principio para entender mejor lo que somos y lo que aspiramos ser.
En estos pocos días, debo confesar que he visto otros programas, realizados por otros colegas. Mis fraternales competidores llenaron su plató con economistas                               famosos, y otros no tanto, para llevarnos a concluir, como si constituyéramos un rebaño, que la cumbre solo significó  un ring-side en el cual, los contendientes, eran el mercado                                    libre versus un mercado común de los países de la región. Yo me pregunto ¿Se trataba de eso solo la cumbre, o había más? Claro, si analizamos un poco las noticias los días previos, apreciaremos, que juegan un papel comprometido otros ingredientes, que para explicarlos, los protagonistas no tienen porque ser hombres de la  economía. Por eso, hoy con la producción hemos preferido, que nuestros panelistas fueran hombres de ciencia,                                        disímiles en cuanto a sus objetos, pero interesados por el buen tránsito de la rex pública.

domingo, 24 de junio de 2012

No es moco de pavo


Adolfo Gómez Espinel.
Explica los sucesos, que lo conducen a incorporarse a la
Organización Profesional para la Trascendencia.

-      Como usted sabe yo tengo una profesión, soy arquitecto. Sin embargo, dejé de ejercerla unos cuántos años antes de conocer al Licenciado Espéculo. Fue un intervalo de ocio no buscado. Para no deprimirme aprendí a pasear al perro, a organizar las compras alimenticias para el hogar, y a rastrear con devoción los resúmenes bancarios, para verificar el crecimiento de mi plazo fijo en dólares, capital originario de una indemnización cobrada por mi último trabajo. Le aseguro que me costó, pero con el tiempo me fui acostumbrando al tedioso papel de trapo de piso familiar.
        Desde que era alumno en la facultad, y me tocó diseñar una tumba para un joven poeta, comencé a contextualizar un rostro resignado, que conoció su perfección en esta etapa que le cuento.
        Ese día, trataba de entretenerme con una película de Woody Allen que me prestó el muchacho del video de mi cuadra, que como yo, lucía esgunfiado pero con splin. ¿Cómo explicarle? Es como si al esgunfie uno pudiese agregarle valor, ¿me entiende? En realidad, él le agregaba valor al esgunfie porque veía, como minuto a minuto se le derretían sus últimos pesos invertidos en el video. Nos unía la profesión y el estado: ambos arquitectos en desuso, nada más que el eligió el video y yo el plazo fijo en dólares. Bueno, como le dije, miraba por quinta vez la película de Woody Allen, cuando escuché el sonido rabioso producido por la primera cacerola. Pensé que se trataba de algún chico belicoso del vecindario, pero este pensamiento se esfumó inmediatamente, porque la cacerola se convirtió en batería y ella en un concierto delirante. Corrí hasta el balcón. Allí vi a mi vecino con un palo, desde su departamento, golpear contra mi protección metálica. Lo hacía violentamente, así que no me atreví a interrumpirlo, para demostrarle, que con su acción definía una invasión a mi propiedad. Una muchedumbre bulliciosa se apoderó de las calles y yo me incorporé a ella. Avanzamos sin que nos importara pisar la caca de los perros. Con el sonido estruendoso, producido por el impacto sobre las ollas y los postes de alumbrado, surgieron consignas que todos coreábamos. Recuerdo dos: “Que se vayan todos” y “Piquetes, cacerolas, la lucha es una sola”. Yo llegué a la plaza, justo cuando despegaba el helicóptero. El griterío fue descomunal, estábamos eufóricos. Un poco antes, cuando avanzábamos por una de las diagonales, me llamó la atención una limusina estacionada junto a la estatua de Roca, compartiendo con él su plazoleta. Apoyado en la puerta delantera estaba un sujeto, que en ese momento, debo confesarle, me pareció estrafalario. Usaba una bombacha de campo y alpargatas, el torso desnudo, la frente ceñida por una tiara, y debajo de los ojos, dos lágrimas pintadas, una roja en la mejilla derecha y otra negra, en la izquierda.
Disculpe tanto detalle, a pesar de ser arquitecto puedo asegurarle que no soy para nada observador, pero debo aceptarle, que tal vez se trate de una deformación profesional, eso de retener con exactitud, aquello que contradiga mi educación estética.
Sentí en mi sensibilidad, la mirada del hombre. Cuando pasé a su lado, experimenté como si una fuerza superior realizara un corte longitudinal en mi estructura. El individuo se unió a la procesión detrás de mí. En la Casa de Gobierno el helicóptero levantaba vuelo, y en la plaza, el Licenciado Bernardino Especúlo apretó mi hombro hasta hacerme volver.
Por lo general suelo ser muy escéptico con respecto a lo sobrenatural, pero le aseguro que no puedo explicar racionalmente aquella atracción. Lo seguí unas cuadras sin palabras. En la esquina del Banco Boston, en Florida, escuché de él una afirmación que dio lugar a nuestro primer diálogo:
-          usted no es  piquetero.
-          soy arquitecto.
-          si claro, arquitecto, atrapado en el corralón y desocupado.
-          en efecto, ¿cómo lo sabe?
-          por el marco de sus lentes, los más caros de los importados en la década pasada, los pantalones pinzados y la remera de piqué, decaída, pero ostentando el cocodrilo.
-          en cambio por su vestimenta, no puedo adivinar qué es usted.
-          alguien que por ahora no le es urgente viajar en helicóptero.
-          lo vi en la limusina.
-          quería proteger de la turba al general.
-          pero el se deshizo de los mapuches y usted lleva una vincha que los recuerda.
-          en mis venas corre también sangre mapuche.
-          cada vez entiendo menos.
-          el general fue el que conformó la conciencia de la nación que hoy tenemos.
-          pero hace un rato, todos juntos gritamos “que se vayan todos” para destruir esa conciencia.
-          ¿usted cree?

        La charla fue interrumpida por un tipo canoso, que no paraba de filmar con una video cámara. Al registrarnos nos dijo: “soy la memoria del saqueo”, y siguió su camino. Entonces el Licenciado Espéculo con voz cavernosa pronunció en mi oído: “Y yo, soy el saqueo de la memoria”. Esa noche caminamos juntos, sin rumbo, entre la gente, hasta el amanecer.     Desayunamos en un bar de Flores, cerca de casa. Reanimados por el sustancioso café con leche acompañado de aromáticas media lunas, fue que me propuso la gerencia.
Gracias al licenciado Bernardino Espéculo, no solo yo, sino que miles de pequeños ahorristas, muchos desocupados, hemos recuperado la dignidad y la certeza de poseer un sitio en la trascendencia.
        Al principio, me costó sintonizar con sus argumentos. Lo recuerdo haciendo un poco de historia, contándome como el Estado fabricó a los capitalistas, y los bancos para ayudarlos a tener disponibilidad, nos llamaron  a los del medio, para instarnos a aflojar nuestros estipendios. Después pasó a algo más filosófico, se preguntaba como para sí, ¿quién le puso precio al tiempo? Decía que observando la realidad, nos damos cuenta que se transforma en mentira. Que entonces se vuelve lícito pensar que la mentira tiene que ser la realidad. Que los tipos como yo, hasta este diciembre de 2001 declarábamos “ver para creer”, pero dejábamos el dinero en cualquier financiera sin preguntarnos por su destino. Que entonces hoy, después de las trapisondas históricas ejercidas sobre nuestra clase, era hora, para seguir creyendo, no ver.
Fue más tarde que comenzó a hablarme de las partidas. Manifestaba, que en su concepto, solo se trataba de retiradas para promover una esperanza. Que para los que se quedan, la partida implica una despedida, mientras que para el que va a realizar el viaje, se trata de un traslado plagado de profecías contradictorias.
“Que la trascendencia –me dijo- por sus costos, es patrimonio exclusivo de las grandes fortunas. Pero desde hoy, gracias a nuestra organización, los ahorristas, donando su dinero acorralado y perdido, a nuestra fundación sin fines de lucro, se igualarán a cualquiera de nuestros terratenientes. Como ellos, serán propietarios de la trascendencia.”

Fragmento de "Espéculo para armar" Texto inédito de Eduardo Wolfson

miércoles, 20 de junio de 2012

No es moco de pavo


Documentos extraídos del trabajo inédito de Eduardo Wolfson 
"Espéculo para armar"

4 de abril de 1977. Solicitada de AFA
             Publicada en los diarios Nación y Clarín.
           
   “Que no les vendan gato por liebre”

A nuestros usuarios:
La semana pasada, hemos asistido mudos y aterrorizados, a un manipuleo espectacular sobre la opinión pública, que pone en tela de juicio nuestras tradicionales ceremonias y costumbres, con las cuales, a lo largo de nuestras vidas civilizadas, respetamos el dolor de quiénes han perdido seres queridos, y procedemos sin fantochadas, a darles un adiós último y digno, embebido en los pactos preexistentes.
La Asociación Funeraria Argentina” (AFA), se obliga a advertir a la comunidad sobre estas prácticas amorales e ilegítimas, ancladas en filosofías extrañas a nuestro sentir nacional, que pretenden desde ahora instalarse en nuestra patria, tratando de desarticular, cada eslabón de nuestra férrea e histórica estructura.
Por lo expuesto, aclaramos:
1) No reconocemos a la llamada Organización Profesional para la trascendencia, como integrante de esta ya centenaria asociación.
2) AFA acusa a dicha Organización, de pertenecer a la sinarquía internacional comunista, intentando penetrar en los nodos culturales de nuestro pueblo para proceder a su destrucción.
3) Mediante una oferta variada y desusada de servicios, dicha Organización ilegal, pretende corromper a cada uno de los individuos de esta sociedad, destruyendo al átomo como lo hace la energía nuclear.
4) Es nuestro deber anunciar, que no existe ninguna licenciatura en ciencias mortuorias reconocida en el país. Por lo tanto manifestamos, que el señor Bernardino Espéculo se encuentra cometiendo el delito de ejercicio ilegal de la profesión y de abuso de título no habiente.
5) Afirmamos, una vez más nuestra vocación de servicio, y que AFA, continúa llamando a las cosas por su nombre: nuestros establecimientos son cocherías, en ellos se velan a los difuntos. Asociaciones hermanas, como las de carruajes, son las encargadas del traslado del muerto, y sus deudos, hasta el destino final, que no es otra cosa que un cementerio, donde se produce la despedida, según las siguientes modalidades: entierro, nicho, bóveda, panteón o cremación.
6) Que nuestros usuarios no se llamen a engaño. Después de la vida sobreviene la muerte, y son las instituciones reconocidas, como la nuestra, las que regulan su ejercicio.
                                        Émerito Parrondo Presidente AFA

Carta al Director del diario La Nación, con pedido de publicación

Sr Director:
Con esta carta, pretendo desagraviar al Licenciado Bernardino Espéculo, o sea, que mi intención, no es otra que reparar el agravio que ha sufrido este compañero de ruta, a través de una solicitada aparecida en el prestigioso medio que usted preside, digna de ser publicada en el último pasquín. Dicho elemento injurioso está firmado por la (AFA), institución funeraria de tradicional raigambre en nuestro país. Este conglomerado de pompas, parece necesitar un chivo expiatorio para legitimar su artera mediocridad. En el mencionado epigrama malicioso, califica a las prácticas del amigo Bernardino como “amorales e ilegítimas, ancladas en filosofías extrañas a nuestro sentir nacional”. Puedo asegurarle señor Director, a usted y a sus lectores, que no existe nada más falso, insidioso y alejado de la única verdad. Nuestra vieja Constitución, que se encuentra bien guardada con las urnas, señala en su preámbulo, que estas tierras podrán ser habitadas por personas, cualquiera sea su credo o su color. El amigo Bernardino, no hace otra cosa, que brindar a esos autóctonos o extranjeros, ante un dolor irreparable, una resucitación de los mejores valores, según las tradiciones de cada grupo. La AFA, en su delirio, dice que: no existe ninguna licenciatura en ciencias mortuorias, reconocida en el país, y que Bernardino, se encuentra cometiendo el delito de ejercicio ilegal de la profesión y de abuso de título no habiente. Nada más descabellado. Nuestras carreras, si bien son disímiles en cuanto a su objeto, reconocen en Suecia un ciclo básico común, que en su momento, he compartido con Bernardino Espéculo. Esta situación, no solo me condujo a conocerlo como la persona altruista que es, sino también, al compartir su labor, pude valorar su responsabilidad profesional. El título existe, y si no se reconoce en el país, señores de la AFA, es porque ustedes se quedaron en 1810, año en que fundaron su institución. Aceptar el cementerio como lo hacen ustedes, no es otra cosa que consolidar la paz de los sepulcros, es como si yo, con mi titulo, hiciera una defensa de los basureros a cielo abierto. Vayan al diccionario señores de la AFA, y tengan en cuenta que desaparecer, es solo no aparecer, disiparse, esfumarse, evaporarse. Desaparecer, como científicamente lo expresa el Licenciado Espéculo, es “la tramitación por la cual se anula una muerte” A buen entendedor, sobran las palabras.
Sin otro particular, saludo a Ud., quedando a la espera de sus gratas órdenes
                                            Sir Luis Abelardo Mc/Donald’s
                                   Lic. en desperdiciología multicausal



viernes, 15 de junio de 2012

No es moco de pavo


El consejero áulico Patricio  Groncho Dona, próloga a la reedición del libro “Sociología internacional sobre la muerte” de Bernardino Espéculo. Este escrito, reemplaza al Estudio Preliminar de la primera edición

Me dispongo a escribir estas líneas luego de haber leído analíticamente, y por tercera vez, la última edición actualizada de la monumental “Sociología internacional sobre la muerte”.
Aquí, junto al ventanal de mi despacho, observo niños corretear por la plaza. Inocencia que en su ciclo evolutivo se transformará inexorablemente. Me pregunto si es verdad que en esas criaturas habita el germen de los hombres del futuro. En todo caso, también me pregunto qué es la verdad. ¿No me estará engañando ese rayo de sol que golpea contra el vidrio, al susurrarme que quien lo manda es  fuente de energía?
El lector, tal vez, se sienta incómodo con este preámbulo, pero creo que es imprescindible tratar de transmitirle más que un conocimiento revelado, la sustancia que anida en una sensación, que por cierto, será única e irrepetible, aunque no me permito perder de vista la síntesis de múltiples causas determinantes.
Sirva esta introducción, para preguntarnos una vez más, sobre el pensamiento del Licenciado en ciencias mortuorias Bernardino Espéculo. “El hombre es solo sexo, economía, poder y trascendencia”, nos dice el autor con contundencia en el capítulo tercero de su obra majestuosa. Debo confesar que frente a esta frase, mi músculo cardíaco, contra mi voluntad, se contrajo y se dilató a una velocidad inusitada. Me pregunté, ¿Es Espéculo un heterodoxo?, o sea, ¿piensa de otro modo que el rebaño? ¿Será el autor de “Sociología internacional sobre la muerte” un licencioso?, o sea, ¿será habitué de los senderos contrarios a las buenas costumbres? Advertí que en su afirmación no figuraba la palabra muerte, contenido que si se expresa en el título original de la obra. Pensé entonces en los cambios paradigmáticos y en ese juego de dos términos que descubro como contrarios, me refiero a muerte y trascendencia. Trascender viene del latín (trascendere), y significa comenzar a conocerse. Observe el lector que nacemos y pasamos toda una vida, para poder conocernos recién cuando trascendemos. ¿Será entonces que no morimos? El autor nos específica en el quinto capítulo: “no trasciende quien quiere, sino quién puede…”. Este pensamiento de Espéculo me exime de todo comentario, lo único que puedo agregar es que Bernardino construye un hilván minucioso para fundar su paradigma (palabra que viene del griego: “parádeigma”, ejemplo, modelo). Para que accedamos a la trascendencia, Espéculo rompe los límites de nuestro horizonte, lanzándonos sin paracaídas pero con red, en la “esfera celeste”. Note el lector el cuidado, que pone el autor en los términos utilizados, lo hace para entregarnos una visión real del desarrollo de su pensamiento. En efecto, en esta edición actualizada de su obra, habla de “esfera celeste” y no de bóveda celeste como en la anterior. El pensamiento especuliano, nos coloca aquí frente a dos símbolos, diría yo, básicos y sustanciales. Como he dicho uno proviene del griego “paradigma”, el otro del latín “trascendencia”, dos lenguas épicas para nuestra cultura. No se trata del trascendentalismo panteísta con el cual quiso llamar la atención Waldo Emerson en el siglo XIX. Tampoco paradigma nos refiere a la escuela peripatética de Aristóteles y a su visión de universo finito y jerarquizado. Espéculo irrumpe dramáticamente en este campo, destruye con su pensamiento y acción las bolsas de aquellos embarazos aplastantes. Lo cuenta humildemente en el capítulo décimo octavo de esta edición que prologo. Dice el autor: “….en aquella Mesopotamia, abrazada por los ríos Tigris y Éufrates pude rastrear a Gilgamesh, el sumerio que buscaba hace más de 5000 años la inmortalidad. Gilgamesh cruzó las mal llamadas aguas de la muerte. Solo los príncipes y guerreros de aquella sociedad gozaban de ese privilegio. Sin embargo, los trabajadores constituían la mayoría de la población, y por no poseer la prerrogativa de los poderosos, fueron los que desarrollaron la conciencia de ser individuos temporarios, de allí, el nacimiento en su imaginario por el temor al final. Ellos necesitaron un mecanismo de defensa, lo hallaron, en el culto a los antepasados.”
Bernardino Espéculo no construye su teoría detrás de su escritorio, la misma crece confrontándola en forma permanente con la realidad. El mundo conocido no le es ajeno, lo recorre para examinarlo, lo estudia sin prejuicios, no omite ninguna de las fortalezas o debilidades que descubre. Primero escrutará el espacio, palmo a palmo, lo hará con un método propio, totalmente original, hallando su validez en el propio campo. Partirá desde el margen y se encaminará hacia el centro. Luego se hará evidente en su espíritu la impronta científica de la categoría tiempo. Se produce entonces en Espéculo un momento mayéutico. Los mausoleos se archivan en el museo. Es el instante de la convulsión, del dolor, pero finalmente, del parto bienvenido. El bosquejo es en los 70, la peripecia sobreviene en los 80 y su consolidación revolucionaria en los 90. Trascender, esa experiencia que conocieron los seres importantes, como los habitantes del Uruk, hace 5000 años, hoy es factible masificarla hacia el resto de los grupos sociales, emparentando, el pensamiento especuliano con la teoría del conocimiento contemporánea sobre el derrame.
Nos dice el autor en el capítulo vigésimo página 587: “A occidente lo encontramos debilitado en su identidad, de allí, la pretensión de igualdad y libertad de sus individuos. En cambio oriente se nos presenta con un sentido jerárquico de la vida, dónde la identidad permanece incólume.”
Incólume dice Espéculo, palabra que viene del latin, (incolumis), dícese de aquello que no ha sufrido ningún daño. 
Al inicio de este prólogo anuncié, que aquí, junto al ventanal de mi despacho, observo niños corretear por la plaza. Inocencia que en su ciclo evolutivo se transformará inexorablemente. No crea el lector que se trata de una imagen gratuita. Es la forma que encontré, para demostrar, que el Espéculo científico de hoy es la suma de muchos Espéculos. El de los ojos asombrados en la infancia, el de la adolescencia buscador infatigable de roles y sobre todo el de aquel joven poeta, que alguna vez expresó:
Aquí comienza este mejunje
que es simplemente el mundo
en que vos y yo vivimos.
Aquí comienza,
 y hasta aquí,
llega mi esperanza,
 o la tuya,
o la de aquel pibe que da sus
primeros pasos,
en esto conmensurable,
llamado vida.

Extraído de "Espéculo para armar" Libro inédito de Eduardo Wolfson

domingo, 10 de junio de 2012

No es moco de pavo

Fragmento del trabajo inédito de Eduardo Wolfson "Espéculo para armar"
Bernardino grabado 
en sesión de análisis

-        Desde mi más tierna infancia odié a la gente decente. Si me enteraba que alguno de los que me rodeaba, lo era, sentía nauseas. Ya en mi adolescencia, los decentes me producían un aburrimiento Terminal. Su ausencia de maldad, los deja con tan pocos elementos vitales, que los repiten rutinariamente hasta el hartazgo.
Sin embargo, cuando se me acusó de ser la causa fortuita del infarto y posterior locura de mi padre, no sucedió por creerlo decente, sino porque soy la resurrección de Facundo Quiroga, a pesar de haber nacido en el barrio de Devoto. Sino fíjese, él, Facundo, era un jugador empedernido como yo, y a su padre le pegó un cachetazo cuando intentó negarle dinero. Por lo mismo fue el infarto y la locura de mi padre. Ni Facundo ni yo, pudimos creer en la trascendencia, porque de hacerlo, perderíamos la emoción de nuestras acciones. Él llevaba como estandarte una bandera negra con la calavera, los dos huesitos cruzados y la leyenda, “Religión o muerte”. Para el marketing de la época fue un adelantado, Facundo, como yo, sabía que para triunfar, al público había que materializarle los ratones, que debido a las pulsiones de aquellos bárbaros, crecían como conejos, y se desplazaban del subconsciente al inconciente, mientras el pobre gaucho que los contenía giraba por esos llanos áridos, buscando una alimaña para matar.
El que lo descubrió fue Sarmiento, cuando se encontró con ese manuscrito donde Facundo declaraba: que no se confesaba, que no oía misa, que no rezaba, que no creía en nada. En lenguaje de hoy, diría, que Quiroga indicaba que todo aquello estaba hecho para que lo compren los giles.
A la misma edad en que Quiroga se jugaba el ganado paterno, yo alquilaba las habitaciones de mi padre a parientes de muertos flamantes, y me jugaba las rentas con los vivos.

Pero fue el mismo Sarmiento, que preocupándose por el instinto asesino del caudillo riojano, y algunas inesperadas bondades se preguntaba: “¿Por qué no ha de hacer el bien el que no tiene freno que contenga sus pasiones?” Y él mismo se respondía:”esta es una prerrogativa del poder como cualquier otra”.

jueves, 7 de junio de 2012

No es moco de pavo


Fragmento del trabajo inédito de Eduardo Wolfson "Espéculo para armar"

Este tramo forma parte de la primera edición del libro “Sociología internacional 
  sobre la muerte” 
de Bernardino Espéculo.

Estudio preliminar por
Alcíbiades Bermúdez Barreiro Rosales Paz 
General del arma catafálica, integrante vitalicio de la Masonería Argentina del Rito Escocés Antiguo.

Desarrollar una investigación sobre el quehacer del hermano, Lic. Bernardino Espéculo, significa para mi el más alto honor que como hombre, como urnista, como teólogo, como castrense y masón, he recibido a lo largo de esta existencia paradojal (1). Mi modestia me obliga a expresar, que creo que el abordaje del tema excede mi capacidad. Pero siempre, en toda contienda y en cualquier terreno he aceptado las improntas adversas como desafíos a vencer. Por eso, esto que para algunos contra hechos, puede parecer un atrevimiento, para mí, en cambio, es una definición de servicio y como tal, la renuncia no existe. Confieso que la pluma jamás ha sido mi fuerte, por eso le pido a mis maestros que me asistan, como lo han hecho siempre a lo largo de mi carrera, “¡golpe a golpe!” como alguna vez, mis referentes informan que ha dicho, intentando plagiar y distorsionar mis convicciones, un poeta apátrida.
Conocí a Bernardino en el Cónclave Urnistico Mundial, llevado a cabo en la Ciudad de Nueva York. A la reunión se le adjuntó un work-shop con las últimas especialidades tecnológicas en receptáculos, vasijas, arquetas, criptas, fosas, sarcófagos, ánforas, nichos, sepulturas, panteones, tumbas, mausoleos, féretros, ataúdes. Mi presencia en el simposio del país aliado no fue casual, una vez más, la patria había tocado a mi puerta demandando mi entrega a su causa. El enemigo habitaba dentro de nuestras fronteras. Primero, se mimetizaron con los ciudadanos comunes, componiendo una metamorfosis patética. Se camuflaban en obreros, estudiantes, sacerdotes, madres, para desparramar, sin prisa pero sin pausa, su líbelo contaminante. Llegó la hora de la espada y del combate, y ella me encontró al frente. Las armas, bendecidas por nuestros capellanes conocieron un triunfo rotundo. Muchos de los subversivos ausentes, perdieron sus casas, sus muebles y otros enseres. Ya se sabe que “el que se fue a Sevilla...” (2)
El origen del problema, anidaba justamente en aquello que nos hacía grandes. Me refiero a la producción sistemática y creciente, que fraternales, encaramos. El entusiasmo puesto en la tarea, no nos permitió visualizar el dónde, cómo y cuándo correcto, para depositar los residuos de dicho proceso productivo. (3)
En el conclave de Nueva York esperaba encontrar la respuesta. No fue así, pero descubrí a Bernardino Espéculo. Un empresario argentino, profesional, joven, creativo y dinámico, que nos tendió su mano, que creyó en nuestro proyecto de país y que con todas sus fuerzas, se comprometió a mostrarnos llave en mano, la solución final requerida para cada caso. De su juventud, pujante y arrolladora, aprendimos que era inútil tratar de ahogarse en un vaso de agua.
Su primera contribución fue ampliar nuestro lenguaje, poniendo el acento en aquellas frases que de tanto usarlas, se gastaban y caían en saco roto. Por ejemplo la tan mentada “paradero desconocido”. Bernardino nos aconsejó que de apoco, introduzcamos en el imaginario colectivo algunas variantes para contribuir al olvido, como ser: disipar, evaporar, volatilizar, esfumar, desvanecer, desaparecer. (4)
Su devoción y coherencia estaban coronadas por su humildad. Hasta el día de hoy me emociono al recordarlo en su grupo de tareas. Parafraseando a la marcha que recuerda a nuestro insigne educador, diré que: “fue la trascendencia su vida y su elemento”. Cuándo decidimos premiar sus esfuerzos otorgándole un grado, Bernardino respondió: “renuncio a los honores”. En todo momento lo percibí como un argentino derecho y humano. Bernardino es de esos seres únicos que se dan en la historia. (5)
Con lealtad, supo construir el tanque indestructible para ocultar el despojo del demonio. Él, no esperó para relajarse que subiera el techo, para ello hizo descender el piso. Consustanciado con el proceso creó su propio círculo virtuoso. Bernardino luchó y lucha por la paz, manteniendo en alto el ideario, que por razones de espacio, resumo en un enunciado: “el silencio es salud”.
Confieso que lo que hasta aquí he relatado, se compadece en un todo con la realidad más cruda. No puede ser de otra manera, ya que como nuestro gran educador, yo también, “siento en mis pies el frío del bronce”


Notas
(1)  El autor usa el término paradojal como un contrasentido, ya que lo asombra, que sobre la palabra en cuestión,  el diccionario  publique el vocablo paradero, que impresiona como un imperativo de localización. Entonces se pregunta el autor: ¿Cómo localizar lo que se ha decretado como inexistente?
(2)  metáfora militar
(3)  se refiere a la intención de no dañar el medio ambiente
(4)  El lenguaje Bernardiano, contribuyó a purificar una multiplicidad de áreas, involucradas en el ciclo vital. Contra la contaminación por ejemplo, erradicó el término basurero, reemplazándolo por predio de disposición final
(5)  se refiere a la historia oficial, la otra, ya se encontraba anulada.

viernes, 1 de junio de 2012

No es moco de pavo


Extraído del libro inédito de Eduardo Wolfson "Espéculo para armar"

Fragmentos del Diario de 
Alfonsino Solditi  
(publicación no autorizada)

16 de febrero de 1979: me invitaron a un acto en la embajada de Francia en Buenos Aires. Le entregan a uno de nuestros escritores la distinción “caballero de la Legión de Honor”. Todo me resulta aburrido. Por el escritor me entero que también es artista plástico y piromaniaco. Pinto en un cerámico de los baños de la embajada, es una forma de entretenerme. Un joven muy respetuoso, me comenta que necesita el sanitario donde estoy posado. Accedo a su petición, puedo seguir garabateando parado. Mientras alivia sus apuros, deja la puerta abierta para iniciar el siguiente dialogo:
·        Soy el licenciado Bernardino Espéculo y usted es Solditi
·        Alfonsino Solditi, en efecto.
·        Me interesa mucho este encuentro higiénico, porque tengo varios trabajos para darle
·        Si me permite joven
·        Licenciado, por favor.
·        Si me permite joven licenciado, he de decirle que yo pinto solo por inspiración y no por encargo.
·        Lo de la cúpula del teatro, ¿fue inspiración?
·        Todo lo que está impregnado allí, pertenece al vuelo de mi imaginación
·        Pero a esas alturas ¿no tuvo vértigo?
·        No le entiendo
·        No importa. Yo le pagaría muy bien para que utilice su imaginación.
·        ¿Acaso propone ser mi mecenas?
·        No, le propongo promocionar la trascendencia.

27 de marzo de 1980. Seducido por un título muy plástico, decido acudir al estreno de “Comandos Azules” en el cine Plaza. Grande fue mi sorpresa, cuando descubrí la presencia entre el público de Bernardino Espéculo. Reconozco que no me atreví a abordarlo proponiéndole mi idea. Me limité a saludarlo con mi mano en alto. Si bien estoy necesitado, creo que no va a faltar la ocasión para explicarle mis intenciones.
10 de junio de 1980. Cine Iguazú. Me encuentro con Espéculo en el estreno de “Los Superagentes contra todos”. Decido no perder la oportunidad. Se produce el siguiente dialogo:
·        Licenciado, creo que yo puedo ser más útil a su organización, que promocionar la trascendencia con mi rostro en un cartel de Callao y Córdoba.
·        No veo cómo.
·        Realizando pinturas exclusivas en los ataúdes que usted fabrica.
·        Se equivoca, si yo fabricara ataúdes lo hubiese llamado a Quinquela Martín.
·        Perdón por mis exabruptos, me refiero a los sitios de confortable reposo, y por otra parte le recuerdo que Benito nos dejó en 1977.
·        Lo siento Solditi, pero lo que usted me pide es imposible.
·        Claro, creé ¿qué al mercado no puede interesarle tener un sitio de reposo con mi firma?
·        Vamos Solditi, si usted se quedó en la linea. 

2 de enero de 1994: 11 horas. Escribo estas líneas, estoy seguro, en el año de mi muerte. Me encuentro en las afueras de la capilla disfrutando de la sombra de este paraíso callejero, mientras la fiel Robustiana, acaricia mi garganta con su limonada tradicional. En el interior fresco, humilde y recogido del templo yace mi obra en todas sus paredes. Pensar, que una vez me enfrenté al mismo Espéculo, negándole el ofrecimiento de una “prefabricada trascendencia”. Porque para los tiempos,-le dije- quedaba mi arte eterno, custodiado aquí, en este lugar sagrado del sur del gran Buenos Aires, junto a nuestro señor.
Observé a Bernardino dibujar una sonrisa, que aumentó hasta transformarse en carcajada. Todo su cuerpo, incluidas las boleadoras que colgaban de su cintura, temblaba espasmódicamente por la vibración producida por la risa. Sentí que mis palabras, en aquel instante, fueron un disparador para despertar a Belcebú. Luego, al componerse, puso su mano derecha sobre mi hombro izquierdo y me expresó: “Mi querido Alfonsino, lo que has dejado plasmado en aquellas paredes son solo líneas y colores pasteles que destiñen rápidamente. Ni el equilibrista del crucifijo podrá frenar su deterioro. Ningún pueblito obrero, aunque por él pase un tren eléctrico, te garantizará la trascendencia, piensa que al mundo le quedan por delante muchos saqueos, todavía”.