sábado, 25 de agosto de 2012

No es moco de pavo


Alegato del fiscal en el juicio 
"El pueblo contra María Allincán"
El escrito, forma parte del voluminoso apéndice, publicado en "Espéculo para armar" de Eduardo Wolfson 

Los hechos:

El día miércoles 2 de abril próximo pasado, alrededor de las 18 horas sobre la avenida Santa fe, a la altura de la calle Cerrito, de nuestra ciudad de Buenos Aires, se produjo un hecho, que no dudo, en calificar por su gravedad, de conspirativo, tumultuoso, sedicioso, Subversivo, y sobre todo, antinacional y disolvente de nuestra identidad clara y prístina. En el lugar, la acusada María Allincán de 45 años (alias la mapuche), junto a un cómplice llamado Nahuel Allincán (alias el sotreta), conduce un carro rudimentario de dos ruedas, tirado por un solo caballo. Hasta aquí, a los imputados, solo se los encuentra inmersos en una contravención, aunque peligrosa, de índole menor, por utilizar en el centro de la ciudad, un transporte prohibido por su tipo de tracción. Pero su señoría, este hecho solo constituye la punta del iceberg, que esconde debajo del nivel de la ignominia, una cadena de ilícitos contra la moral, las buenas costumbres, y nuestro modo de vida occidental y cristiano.
Toda la sociedad se halla en peligro, si no somos capaces ahora, de suministrar el condigno castigo a estos infieles, que sin dudar, y a fuer de ser recriminado por prejuicioso y obcecado, resultan a mi criterio, ser los jefes de una sedición, que en forma silenciosa, va comiendo las entrañas más sanas de nuestro pueblo, para luego arrojarlo al precipicio insaciable del demonio.
Señor Juez, narraré breve, pero detalladamente el suceso. La nombrada Allicán acompañada por el ya nombrado Nahuel, (que a resultas dice ser, hijo de la imputada principal, natural y bastardo) conduce el manifiesto carro a un paso de primer tiempo por la avenida Cerrito. En las descriptas circunstancias es avistada por el agente de la policía federal Félix U. Tribulci, en esos momentos fuera de servicio. El mencionado defensor del orden, atento, no vacila en sacar su arma reglamentaria, tirando un cargador al aire, y a los gritos, exige la detención del vehículo en espera del apoyo de sus colegas uniformados.
Según el agente Tribulsi, la Allincán, en lugar de acatar la orden impartida, imprime al equino, un trote de segundo tiempo para llegar en un instante a un galope de primer tiempo. Según la india Allincán, el caballo (mezcla de árabe con percherón) al oir los tiros se desbocó, y que ella, ni su hijo (producto de relaciones bárbaras), pudieron ya dominarlo.  Lo cierto es, que luego de una carrera infernal entre vehículos y peatones, cruzando bocacalles con el semáforo en rojo, las fuerzas legítimas de la patria, ponen fin a la titánica persecución en las inmediaciones de la estación Retiro.
En el lugar, los efectivos proceden a la detención inmediata de los implicados, y por juicio sumarísimo, fusilan en el sitio al animal, encontrándolo culpable de asociación ilícita y traición a la patria. A lo mejor, a su señoría, esta última acción, le parece excesiva o de celo desmedido por parte de los adalides de nuestras fuerzas. Si es así, debo recordarle, que el hecho encuentra un antecedente en la bitácora marina de la Isla Martín García. Prisioneros en dicho territorio, los tripulantes del buque alemán Graff Speak, hundido en aguas del Río de la Plata a fines de la segunda guerra mundial, planearon un método de escape. Para ello montaban un burro que a nado, cruzaba el canal del infiernillo hasta la costa uruguaya. El burro dejaba a su jinete a salvo, y volvía solo a la isla en busca de otros. Esta operación fue descubierta por nuestros maravillosos hombres de la armada, quiénes humillados en la confianza dispensada a los marinos alemanes, y sintiendo en ellos, el dolor de la patria lacerada, decidieron por unanimidad dar muerte al traidor, ajusticiando al burro.
Pero volviendo al episodio que nos ocupa su señoría. Hice comparecer al perito Pompeyo Pérez, con el objeto que revise, e informe a este honorable tribunal, sobre el armamento en poder del caballo fusilado. Mi sorpresa fue mayúscula, como presiento será la suya, cuando lea la declaración del Licenciado Pérez que en su parte medular dice lo siguiente: “Realicé mi examen sobre el equino fusilado que no responde a nombre ni alias conocido, encontrando que llevaba el siguiente arsenal: una frontalera, anteojera, quijera, muserola, bocado, barbada sobarba, ahogadero, gamarra, horcate, collera, tiro, vara, sillín, barriguera, retranca, tijera, grupera, sufra, rienda, anillo de collera, falsa rienda, portamozo, roseta, cabezada y brida”. Los datos, aportados por el citado perito, me eximen de todo comentario. Al respecto, solo quiero agregar, que ni la infiel imputada, ni el adulterino, desnaturalizado y degenerado, que la acompañaba, en momentos de producirse el episodio narrado, no registraron ningún comportamiento cristiano, como hubiese sido, a mi entender, derramar alguna lágrima por la desaparición intempestiva de su cómplice, el caballo ajusticiado por la ley de la nación. Su señoría, no me tiembla la mano, al acusar, a estos reos de intentar la disolución de nuestra nacionalidad y estirpe, de ser cabecillas de una conspiración sin precedentes, tratando de tomar el poder, para luego esclavizar a nuestros hombres de bien. ¡La alta traición en una tierra de valientes, se paga con la vida!

lunes, 20 de agosto de 2012

Sobre ráfagas y ausencias


El próximo 22 de agosto se cumplen 40 años de la masacre de Trelew. 
El siguiente relato, extraído de mi libro "Sobre ráfagas y ausencias", trata de recrear como sentimos la tragedia de nuestros compañeros, quiénes concurríamos en Bahía Blanca a la Universidad Nacional del Sur.  


¡Los fusilaron!
         
       Abro los postigos. Un aire polar me violenta el rostro. Cierro las ventanas, y atisbo el estremecimiento del sol entre las ramas. Desde aquí veo el arroyo escarchado.
         Carucha, extendida como una mina de la noche, parpadea sobre la arpillera. Respiro hondo y estiro mis brazos. Me desperezo. Del lumilagro sirvo el café de la noche anterior. Abrazo la tibieza de la taza con mis manos heladas.
         En el parque ya juegan los perros. Parece que mandinga le tiene ganas a León pero no se atreve. Lobo intercede. Los tres corren compinches para el lado de la universidad. No hay una sola nube en el cielo, hace mucho frío, pero está claro. Carucha se me adelanta, yo camino sumergido en mi anorak, disfrutando del andar chingado de la perra, de los primeros verdes, de la ausencia de vientos.
         Otros compañeros abandonan sus casas, todos vamos con un andar tranquilo hacia el mismo lugar. Darío la llama a Carucha, y la muy turra se le acerca haciéndole fiestas.  Entramos a las aulas por atrás, Carucha se nos separa, acude en busca de Lobo. Vemos venir a Yuyo totalmente sacada:
-Hay que llamar a asamblea urgente._expresa en un hilo de voz_
-Tan temprano, con este sol, ¿a vos te pagan jornada completa por militar? _la jodo_

     Yuyo grita, a pesar del brillo, sus ojos son universos marchitos:
-¡Los fusilaron!, ¡Los mataron a todos!, lo acabo de oír por la radio.

         Darío y yo resistimos inmóviles, Yuyo, en cambio, no deja de mezclar sus manos en la cabellera enrulada. La acompañamos hasta el salón de actos, hay varios grupos intercambiando murmullos.
         No caigo, casi no hablamos, solo cruzamos nuestras miradas. ¿Se tratará de una broma pesada? Uno reflexiona en mi oreja: “¿No habrán querido escaparse otra vez?”

         Los compañeros siguen llegando, ya somos multitud. Un gentío apesadumbrado, una muchedumbre asombrada, un enjambre aplastado, somos una confusión descreída e inválida, abigarrada y abrumada, rodeando el escenario circular vacío.
         No caigo, no comprendo, o no quiero comprender. Pero si fue en esta semana, aquí mismo seguimos por radio los senderos de la fuga. El escenario estaba lleno, discutíamos como estrategas geniales los próximos pasos.
         Las noticias no son claras, los murmullos ascienden, escucho pero no puedo definir palabras. Jorge se susurra a sí mismo: “Los vengadores de la patagonia trágica”. Recuerdo el libro que leíamos hace 15 días sobre la matanza de obreros en 1921.
         - Parece que hay sobrevivientes. _Informa una compañera_
         - Y sabés ¿cómo están? _Le digo_
         - No sé, dicen que los traen a Puerto Belgrano
         - ¿Y cuántos son?
         - Me dijeron que tres.
         - ¡¿Murieron 16?!
         Nadie contesta, un pozo de silencio, no quiero acostumbrarme a él. La informante solo se encoje de hombros.
         Universidad Nacional del Sur, aula magna, escenario vacío. Enciendo un cigarrillo más. Tristeza y oscuridad. Presiento el desgarro de la espera, traído por las noticias cruzadas.

         Los vientos chocan contra las frondas de Parque de Mayo como queriendo abatirlas. Fumamos, Gustavo y yo, sentados sobre unos troncos mirando hacia el arroyo. Desgarbados, observamos las sombras erguidas de los árboles empecinados en resistir.
         La impotencia me gana, el desaliento es intenso, una contracción aguda ataca mi estómago. Gustavo lanza una puteada, yo no puedo acompañarlo, tengo atracada la garganta.
         Veo desplazamientos, grupos de compañeros se movilizan ágilmente hacia el aula magna. Los seguimos. Otra vez es Yuyo la que nos despabila:
-Va a hablar el padre de Camps
-¿Quién es?
-Uno de los sobrevivientes que trajeron a la Base.
-El viejo es un gorila radical conocido._comenta Jorge_.
         Desde lejos, y en aproximación, oigo aplausos. Se contagian, llegan hasta nosotros como ovación. Palmeo mis manos con fuerza, con más y más fuerza. Distingo a un hombre pelado, que con empeño, se abre paso a través de un pasillo estrecho que ha formado la misma gente. No tengo dudas que es a él a quien homenajeamos. Lo diviso tan distinto a nosotros. Ostenta un traje impecable, una corbata lisa y una traba de oro cruzándola. Yuyo lo ayuda a subir al escenario, ahora veo perfectamente su rostro sereno. Se desplaza con naturalidad, se me ocurre que el tipo tiene parentesco con algún semidiós. Yuyo acciona sus brazos clamando silencio. No lo logra. Un puñado de consignas nos abrigan. Solo dos, como contrapunto de diferentes bandos, quedan dueñas de los decibeles: “El pueblo unido jamás será vencido”, “El pueblo armado jamás será aplastado”.
         Ahora es el padre de Camps que nos pide calma. Acatamos, ensayamos la quietud sepulcral. Nos cuenta que acompañó a su hijo herido en el avión hasta Bahía Blanca y que fue operado, que las autoridades de la base lo han tratado bien, y que se ocupan con corrección del herido.
-Para mi, este tipo está amenazado y cagado de miedo _le digo a Gustavo_, como va a decir “el herido”, por el hijo, y que los milicos los tratan bien.
-Te dije que es radical. _Interviene Jorge_
-Pero el hijo se está muriendo.
-Si, pero él es radical.
         El viejo señala que sobre el episodio, solo conoce dos versiones oficiales, que difieren, y ninguna lo convence. La primera, del General Betti el mismo 22 de agosto. Sostiene que en un control, Pujadas arrebató un arma y usó como escudo al jefe de turno, quien al intentar resistirse fue herido, iniciándose un tiroteo. Los demás se abalanzaban a la salida. La segunda versión es la de un Mayor Laroca, que en una conferencia de prensa del 24, comenta que en una inspección de rutina Pujadas, le quitó al control un arma. Que un oficial, en las cercanías del pasillo donde estaban los detenidos comenzó a disparar. Que en lugar de tirarse al suelo, los muchachos avanzaban hacia los militares, mientras estos disparaban.

         Domingo, día de pocos en el barrio, melancolía y festín. El sol, casi primaveral, aturde por unas horas al frío, anunciando con su presencia que el invierno todavía no acabó.
         En el comedor no hay colas, comemos pizza sobrante de la cena de ayer, lechón caliente con puré, vino y postre, que reemplazan al agua y la fruta de todos los días. Son las dos de la tarde, con la panza llena, caminamos lento entre el edificio de la facultad, construido con apetencias faraónicas, y el club universitario. Los perros se acoplan a nuestro paso. Ellos también están juguetones, satisfechos, es que los huesos del domingo deben ser más grandes.
         En casa las chicas preparan café. Gustavo y yo, sentados en el living, amparados por los rayos que iluminan el ambiente, reímos cómplices, alrededor de una mesa grande y muy ratona. Somos buenos burgueses en el exilio. Fumamos y bebemos el brebaje que nos sirven. Llega Darío, proclama que hay torneo internacional de golf en los campos del Palihue. Ver actuar a la gente fina es un buen plan para la tarde y sobre todo, cuándo no hay que pagar entrada porque se conoce la puerta de servicio.
         Salimos en bandada, Lobo, Carucha, León y Mandinga son de la partida. Avanzamos con ganas por el Parque de Mayo. Sobre un puente de madera, ayudo a Gustavo, tiramos a Lobo y a Carucha al arroyo Napostá. Las mujeres asombradas,  protestan por nuestra brutalidad. Los caninos, nadan en su estilo, vuelven a nuestro lado, nos lengüetean con afecto, como pidiendo repetir la historia. Les damos el gusto.
         El hueco en la alambrada se esconde de los bacanes gracias a un árbol que lo cubre. Por él, nos escurrimos todos. No caminamos mucho, tal vez doscientos metros por colinas que disimulan, para nuestra vista, diferentes horizontes. En una hondonada, una muchedumbre, compuesta por damas elegantes y señores gallardos, rodea a un hombre que, arrogante, mide su próximo golpe, manteniendo en alto con ambas manos, el palo de golf. Nos entretejemos en el público para no ser distinguidos. Veo a Lobo abandonar a la jauría, como una flecha, desde la altura y por un hueco, se presenta en sociedad. Su boca trinca el guante del jugador. Como un molino de viento y gimiendo, el golfista sorprendido, da vueltas continuas con su palo, tratando de desprenderse del perro, sin conseguirlo. Los presentes se dividen, están los que piden a gritos que alguien haga algo, y los que dan rienda suelta a su risa por la escena inesperada. Nosotros volvemos, pasamos por el árbol y cruzamos otra vez el alambrado.
         El goce contenido en el campo de golf, se transforma en carcajadas en nuestro territorio. Gustavo opina que debemos festejar la epopeya de Lobo. Veo un banco, necesito sentarme para seguir riendo. La vista se me nubla, tengo lágrimas en los ojos. Eran tipos de nuestra edad, tenían toda la energía para vivir. 
        ¡Milicos asesinos!.- Grito-

domingo, 19 de agosto de 2012

No es moco de pavo


El fragmento publicado, no forma parte de la estructura de "Espéculo para armar", pero sí de un apéndice, que contiene documentos y otras evidencias de incalculable valor, que sirvieron en su momento, a Eduardo Wolfson, para dar contexto a la existencia del Licenciado Bernardino Espéculo

Descargo por supuesta complicidad con un equino extremista.
Sr. Juez: yo, Fernando Guerra Madrid y Orbe, como presidente de la firma All Advertising, comparezco voluntariamente y por escrito ante su honorable juzgado, para deslindar formalmente, toda responsabilidad por los hechos protagonizados por un equino traidor, del cual, debo confesar con vergüenza, que soy su locatario.
La bestia, a la que me refiero, encontró la muerte el día 2 de abril próximo pasado, fusilado por las fuerzas de seguridad capitalinas, en un acto que no me encuentro calificado para emitir opinión.
Confieso, mi total ignorancia acerca de que en el momento trágico, el cuadrúpedo circulaba por el pleno centro de la ciudad.
El animal en cuestión, era un caballo de tiro, perteneciente a don Agapito Baldovinos, afamado vareador y gentilhombre de nuestra ciudad, quien me exige, mediante documentos fehacientes, su inmediata restitución, a fuer de constituirme en su querellado, reclamando daños y perjuicios, más la accesoria por daño moral.
Molestar por trivialidades a su señoría, se encuentra muy lejos de mi ánimo. Si me tomo semejante atrevimiento, es porque Don Agapito, sufre denodadamente por la pérdida, del que él creía hasta hoy un decente y noble alazán, sin poder asumir en su corazón, que el desvelo de sus cuidados, fueron prodigados a un alto traidor a la patria, que ha encontrado su condigno destino.
La historia: El corcel en cuestión, completaba un paquete alquilado a mi empresa por la Organización Profesional para la Trascendencia, que dirige tan dignamente, el Licenciado Bernardino Espéculo.
La idea original, era que el jamelgo formara parte de un desfile, cuyo objeto fuera promocionar los productos y servicios que dicha organización brinda.
Debo aclarar a su señoría, que a esta altura de los acontecimientos, ni el señor Agapito Baldovinos (propietario), ni Fernando Guerra Madrid y Orbe (locatario), ni tampoco el Licenciado Bernardino Espéculo (cliente), tenían la más remota idea, que ingresaban en sus transacciones a un infiltrado disolvente de la más corrupta izquierda, que me animaría a calificar de antioccidental y anticristiana.
Tengo entendido, por boca del mismo Espéculo, y porque lo he visto en directo por televisión, que la marcha se llevó a cabo felizmente, y que todo su transcurso fue integrado por el aludido animal. Ahora bien, su pista se pierde 48 horas después de iniciada la promoción, y reaparece, en el centro de la ciudad, tirando un sulki de mi propiedad, conducido por dos mapuches, quiénes fueron contratados directamente por el Licenciado Espéculo, sin pasar por mi intermediación.
Lo narrado muestra a las claras, que tanto el Licenciado Espéculo como yo, fuimos victimas inocentes de una conspiración para atentar contra nuestros valores. (Caballo y mapuches, se juntaron a través de distintos contratantes para aparentar que no se conocían)

sábado, 11 de agosto de 2012


Desde el 16 de abril hasta hoy, he publicado en este blog, fragmentos involucrados al quehacer del Licenciado Bernardino Espéculo. Creo que ha llegado la hora de confesar el método, y otras yerbas, que me condujeron a la realización de esta obra inconmensurable.

 “Espéculo para armar” de Eduardo Wolfson

            He decidido compilar toda la obra del licenciado Bernardino Espéculo, basado en su libro autobiográfico, “Trascender no es moco de pavo”, agotadísimo.

            Estoy convencido, que es imposible otorgar solvencia y claridad al fenómeno Bernardino Espéculo, si intentamos interpretarlo con el método de un minutario, de un bastardelo de escribano. El por qué de esta afirmación, el lector no la hallará en las profundidades de la historia oficial, tampoco en las estructuras dogmáticas de los seudos intelectuales que usan como baldón una histórica coherencia de actitudes, y solo se afirman en un paso del tiempo, imperceptible, debido a sus cegueras congénitas.
            No se encuentre rencor en mis palabras, ellas nacen de la experiencia, de haber trabajado incluso, desde la clandestinidad de mi juventud, con temáticas protervas tales como: la historia popular y sentimental de la literatura, de los medios, de sus periodistas, del papel de los doctos, y  por fin, de la cultura de masas.
            Sostengo que esta empresa es la coronación de una vida de desvelos que comienza en tiempos sin rumbo, colonizados luego, por los ímpetus alocados de un muchacho joven que creyó en el canto de sirenas rojas, para ser rescatado finalmente, más allá, en el posmodernismo.
            Reconstruí a Bernardino Espéculo y su obra, a través de crónicas, cartas, entrevistas, reportajes de la época, historia de vidas colaterales, guiones cinematográficos, testimonios orales, grabaciones, etc.  Lo que aquí verán, es solo una multiplicidad de inteligencias deshilvanadas, que reconocen su protagonismo, en lo que tienen de común  con el fenómeno que nos ocupa. Tal vez la documentación que expongo, no sea aquella que la comunidad científica clasifique con el rotulo: “importante”.
            Digo, pero no con el ánimo de defensa de mis convicciones, que este trabajo nos remonta con sutileza, pero también con valentía, a lo que fuimos y a lo que somos.
            No crea el lector, ilusoria, la aclaración de El cenáculo de fervorosos Especulianos, con la que comienzo a exponer el rastreo.

Aclaración: “El cenáculo de fervorosos Especulianos”, responsable editorial de “Trascender no es moco de pavo”, siente la obligación de informar al público lector, que en esta primera edición, se vio en la necesidad de imprimir cómo prólogo, el que tenía destinado para la décima. Como es sabido, la benemérita institución, ha sufrido en estos días un atentado pirómano. El foco ígneo afectó el 90% de las instalaciones, destruyendo con el calor de la insensatez, todo el material escrito, fruto de intensas investigaciones llevadas a cabo por su equipo científico e interdisciplinario, y además, documentos únicos de gran valor. (1)
            Sin embargo, los incendiarios no han podido, por no hallarlo, destruir el mencionado prólogo.
Notas:
(1)  se refiere a hipotecas, convertidas en cenizas, a favor de la Fundación, por la venta de espacios en la trascendencia. Este desgraciado suceso, motivó que el Licenciado Bernardino Espéculo,  sintetice su ideario con la siguiente frase: “La trascendencia no estriba en defender la vida, sino la propiedad.”  

sábado, 4 de agosto de 2012

No es moco de pavo


Memo interno: 

El Licenciado Bernardino Espéculo comunica a todos los responsables departamentales de La Organización Profesional para la Trascendencia.


Ref/ La Organización preside a la Asociación “todo se pierde nada se transforma”

Les informo que a partir de la fecha, nuestra prestigiosa organización ha sido elegida, en forma democrática y unánime por sus miembros, para dirigir los destinos de la Asociación “todo se pierde nada se transforma”
Como advertirán, nuestra lucha férrea de todos estos años no ha caído en saco roto. Los desvelos, por poner al alcance de todo ser viviente la trascendencia científica, hoy es premiado por esta institución, que ha sido capaz de enfrentar una rigurosa autocrítica a hueso, con respecto a la estructura y posición de los conceptos que determinan sus ideales, derrumbando sus castillos sin cimientos, y adoptando, para las futuras acciones nuestra filosofía.
Ya en ejercicio de la presidencia de “Todo se pierde nada se transforma” he decidido, crear en sus instalaciones el “Departamento para la transformación del suicida”. No es un secreto para nadie, que sobre esta clase de individuos, nuestra querida Organización Profesional para la Trascendencia, no ha logrado hasta hoy, su incorporación genuina a nuestras filas. Esto se debe primordialmente al efecto sorpresa que utiliza el suicida para eyectarse de la vida. Pues bien, en la fecha, estas condiciones turbadoras comenzarán a cambiar. Nuestra comisión de marketing, junto a su colega, la comisión de suicidofilia, ha desarrollado un primer programa destinado a posicionar un plan canje “de suicidio por trascendencia”. La promoción será masiva, abarcando las canchas de fútbol, la intersección de calles, subterráneos, autopistas, aeropuertos, etc. Algunos de los conceptos emitidos serán los siguientes:
* No se suicide, trascienda.
* Con nuestros métodos logrará cerrar para siempre la puerta abierta de la muerte.
* Que su asesino no sea la vida, ella lo deja solo en la muerte.
 * Anule su tentación de matarse. Adhiérase a métodos científicamente naturales
* Lo esperamos en nuestro Departamento para la transformación del suicida
*   Emancípese de la vida, asegurando desde ella la trascendencia.
*   En la vida usted tiene dinero, sexo y poder. ¡Vamos por más!
*   Ahora que tiene tiempo, aproveche su tiempo, compre espacio dónde el tiempo no lo moleste.
* “todo se pierde nada se transforma”, le organiza la mejor recepción y partida con quien quiera de acompañante. Aproveche nuestro lanzamiento, “dos por el precio de uno”.
* Si su presupuesto no le permite trascender como usted merece. Acérquese, lo ayudaremos para su disposición final. Miles de nuestros usuarios han elegido este formato”
*   “Más allá del fin del mundo”. All inclusive. Elija nuestro paquete y ahórrese el pasaje de regreso.


Asociación “todo se pierde nada se transforma”
 Búsquenos en nuestra página Web y encuéntrenos cuantas veces quiera.

Texto extraído de la obra inédita "Espéculo para armar" de Eduardo Wolfson