sábado, 9 de agosto de 2014

Pincelada de mis personajes

Juan Ramón de la Cruz Vera
            (alias carlitos)  
                 Personaje la novela inédita Comesandwich 
      

     Vino de Añatuya, Santiago del Estero. Juraba que se ganó su territorio como los perros  . Declaró que tuvo que aplastar muchas cabezas para que lo reconozcan como el dueño de la manzana. Desembarcó en una pensión de Retiro.
      El primer día, le cruzaron por el cuello dos estuches, para aguantar tres termos cada uno, y una canastita con alfajores. Sintió que lo armaban para ir al combate. Después de caminar mucho, algo vendió, como para reponer la mercadería al día siguiente. Esa noche, en su pieza, comió dos alfajores que sobraron, y los bajó con un trago de café frío con la borra precipitada.        Su suerte cambió.  Exploró sobre Lavalle una edificación muy vieja. Estudios jurídicos que se entregan a la galería, nombre soberbio para un paso que comunica celdas. Son cinco pisos sin ascensor, lugar donde claudican otros cafeteros y pasan de largo.
      Carlitos hizo la señal de la cruz, se acomodó los termos y recorrió todos los despachos, siempre con el mismo recitado y una sonrisa de oreja a oreja: “¿le sirvo un cafecito doctor?”.
       El encargado del edificio fue su socio capitalista. Su inversión, cuatro Lumilagro, un anafe con garrafa, una olla abollada de aluminio, un changuito, un traje completo y usado de mozo, y lonas para confeccionar los porta termos, a los que añadió el letrero: “la alcantarilla de carlitos”.
      Utilizaron la pieza libre en las catacumbas, un recoveco en el subsuelo de tres metros por uno setenta, que un cortocircuito y  principio de incendio dejaron deshabitado.
       Carlitos, para ahorrar, dejó la pensión, para dormir en su negocio subterráneo.
      Un abogado arruinado del segundo piso, le tomaba pedidos, a cambio de compartir los gastos de la línea teléfonica. Sin saberlo, Carlitos inauguró el primer delivery de la zona
Al café, y a las facturas calentitas de La Royal, le agregó bidones de jugo para el verano. En el otoño, hizo traer a una novia de Añatuya. Mientras Carlitos preparaba café de noche, su novia hervía matambres. El menú no tardó mucho en finalizar su diseño. Para el desayuno, facturas de la Royal y para el mediodía, exquisitos y variados sándwiches, entre ellos los de matambre casero. Para toda la manzana, Carlitos el de la alcantarilla, pasó a ser una persona reconocida y esperada. Pero su negocio tomó vuelo cuando los medios audiovisuales lo conectaron con los Comesandwich, y fue Ambrosia, su novia de Añatuya la que preparó el marketing
Envolvió los sándwiches en un papel transparente y los puso de exposición en el carro. En el anaquel del frente, presentó uno de cada variedad. Estaba el de matambre en pan árabe que era la especialidad, al lado el de milanesa completa en pan francés, seguía el de bondiola y queso en pan de Viena, y para rematar, un primavera en fugaza con lechuga, tomate y jamón crudo. El conjunto tenía más colores que una paleta de pintor
Carlitos salió con el guardapolvo almidonado, todo el mundo lo vio en la tele”.
      Al principio fue el alboroto, después los periodistas se ordenaron solitos y hacían fila de a uno, y a su turno, le preguntaban sobre los Comesandwich y compraban su almuerzo.
      Carlitos y sus sándwiches entraron así en todos los hogares,
                                                                                               Eduardo Wolfson