domingo, 18 de octubre de 2015

Manual Practico del discurso

El siguiente texto, pertenece a la sección Mar del Plata   
escrito por Eduardo Wolfson

Intendente en campaña


Declaraciones a la prensa.
            
     Se debe estar prevenido. Hoy, los periodistas se aparecen y se multiplican en un instante. No se sabe de dónde, pero en menos que canta un gallo caen sobre usted grabadores, micrófonos y cámaras. Estos pro-hombres de la comunicación, no muestran respeto, ni siquiera  para que su excelencia elija su perfil más agraciado.

Evite siempre:
            1) Que sus guardaespaldas, usen a la vista de todos la cruz svástica como 
                 amuleto de la suerte. Si estuviesen tatuadas, compre en la mercería pitucones 
                 de cuerina y aplíqueselos con la plancha sobre los tatuajes.
            2) Vestir uniforme de boy scout para levantar el brazo y gritar
                 “Siempre listo”.        
            3) Decir que no tiene nada que declarar: Inmediatamente será tomado por inútil.

Como obrar:
            1) Sonreír a todos
            2) Vestir un traje de alpaca inglesa de corte moderno
            3) Dejar que pregunten todos a la vez sin interrumpir
            4) Terminadas las preguntas, comience a hablar sin precisiones, 
                 utilizando términos generales y contenedores, nombrando a la 
                 pobreza que deja el oficialismo, pero sin dramatizar ninguna cuestión.

Ejemplo
            <Toda mi vida, he posado mis manos en las criaturas más necesitadas. Debemos entre todos, coser el hilván de esta sociedad fragmentada, heroica, rota y trágica, que nos conmueve, cuando vemos la entereza que posee para soportar la democracia>.

            En la conferencia de prensa, mi querido futuro Intendente, no faltará un periodista desfachatado que lo interrumpa. El impertinente agitando a las masas, seguro, querrá conocer su pensamiento sobre la seguridad, las cloacas, el costo para los usuarios de transporte y  los abusos sexuales.
            Por favor, en este punto, la concentración es indispensable:
1) no se haga el desentendido
2) no transforme sus rasgos como si hubiese visto al mismo demonio
3) no se persigne
4) sonría mostrando su hermosa dentadura blanca y completa.
5) conteste de un modo elíptico


La réplica, tendrá que dársela de la siguiente forma:
1) debe fruncir su frente
2) que todo su gesto indique el advenimiento de una reflexión profunda.
3) luego delinea un rictus de calma y por fin, se pronuncia:

            < La adversidad que nos ha golpeado estos años, acompañada por la falta de obras, ha actuado de dos formas en la comunidad. Una parte vio  fortalecido su espíritu e iluminado su mirada, y otra, se ha desviado, siendo cómplice de la ponzoña inmigrante que ha invadido la ciudad, porque sus fronteras son un colador. En estas circunstancias mi gobierno será inflexible, la ciudadanía responsable tendrá que armarse, pedir el pasaporte a su vecino y no cometer abuso sexual si dicho vecino es blanco. Para la adquisición de armas daremos créditos blandos para reactivar la economía. Habrá empleo y un emisario submarino que no estará de adorno. Espero haber contestado satisfactoriamente su pregunta>
             El discurso no solo se dice, sino que se actúa:
1) Tenga en cuenta siempre que lo máximo, es atender en Buenos Aires.
2) Usted se colocará en el centro del escenario.
3) Un haz de luz azul, venido de las alturas abrigará su figura.
4) Su visión no reconocerá obstáculos, su única conexión parecerá que lo es con el infinito.
5) Debe inflar la cavidad torácica, abrir armónicamente los labios.
6) Pronunciará primero solo sonidos que convertirá en falsetes, y en este estado de concentración irradiará su primera palabra, cualquiera del “gran camelote”.
           
            Seguramente, el periodista, insistirá en temas como el abuso sexual, ya que está comprobado que el mismo mide buena audiencia. Párelo en seco y diga:
<La nuestra es una historia real, en la cual se conjuga lo emblemático como fruto de un desgarro muy doloroso, pero que también muestra la desidia, la negligencia y la falta absoluta de protección a la que estamos expuestos los ciudadanos inocentes de este país>.



sábado, 10 de octubre de 2015

Todavía no hemos cosechado el derecho a comenzar

Aquí comienza este mejunje
que es simplemente el mundo en que vos y yo vivimos.
Aquí comienza.
Y hasta aquí llega mi esperanza o la tuya,
o la de aquel pibe que da sus primeros pasos,
en esto conmensurable, quizá el bien más escaso,
que llamamos vida.
Pero recién inauguramos este mejunje,
nos queda todo el tiempo para atravesarlo hasta
el mismísimo final.
Sabremos de la despedida, te lo aseguro.
Nuestra cuidadora dejará su sombra en la puerta entreabierta.
Nos mirará con sus ojos negros respetando ladistancia.
Sabemos lo que está esperando, sembrándonos de dudas.
Aquí se entabla este mejunje, el mundo en que vos y yo vivimos.
¿Quedará tiempo para hacernos preguntas?
Escucharemos el golpeteo seco de la puerta cerrándose
La puerta quedará definitivamente cerrada cuando ella se retire.
¿Luego luchará la memoria contra el intruso olvido?
Aquí se origina este mejunje
Será un escenario sin árbitro ni relatores.
Se desdibujarán los rostros, y de inmediato sus nombres.
Estarán presentes los ojos de la piba sonriente, anunciando una lágrima

derramada en nuestro rostro.
Sentiremos un viento, un último viento frío.
Pero ¿cómo puede ser? Si puerta y ventana están cerradas.
Parece que cuento el final de este mejunje, pero no quiero.
Todavía no hemos conquistado el derecho a comenzar.
Todavía no hemos asaltado el derecho a comenzar.
Todavía no hemos derrotado el derecho a comenzar.
Recién aquí despunta este mejunje
La luz se convierte en tiniebla y la tiniebla en oscuridad.
Aquellos ojos de la piba sonriente ya no están
Aquí arranca este mejunje, ¡grito!
Como un tornado que todo lo da vuelta,
la oscuridad pasa a ser nuevamente tiniebla, y ésta luz, resplandece.
Todavía no hemos sujetado el derecho a comenzar.
Aquí recién ataca este mejunje, y
todavía no hemos alcanzado el derecho a comenzar.

                                Eduardo Wolfson







lunes, 5 de octubre de 2015

Manual Práctico del discurso

El siguiente texto pertenece a la Sección Mar del Plata  

Marketing para un
 Futuro INTENDENTE en campaña


            
            Se acabó el bajo perfil mi estimado candidato, estamos en campaña. Salga a la calle como un ciudadano más, sabiendo que lo rodearan periodistas, movileros y muchos lameculos, los que alabarán para la opinión pública "la actitud altamente democrática del hombre político que no teme mezclarse cotidianamente con el llano".
            Una vez asediado se detiene, arruga el entrecejo para luego distenderlo y con una voz íntima, casi confidente, se refiere a la pobreza, destacando la proeza cotidiana de quiénes tienen el destino de habitarla. Usted es un animal político al fin, no necesita ninguna indicación, toma en sus brazos a un chico asustado por tanto alboroto, avanza unos metros seguido por la purretada. Cuando alcanza a ponerse frente a la cámara de la televisión y visualiza la toma de un primer plano, con su pañuelo seca los mocos de la criatura y besa sus lágrimas aunque sienta asco. Ni bien deje de ser el centro de los camarógrafos, no olvide de deshacerse del chico, tirar el pañuelo en la primera fogata de la villa, y dejar a la purretada en manos del flautista de Hammelin. Cerca suyo, seguro que han quedado adultos que votan, hasta aquí todo el mensaje gestual fue para ellos, pero ahora, debajo de la lluvia finita que atraviesa los agujeros de sus paraguas, quieren oír las palabras del macho, que en poco tiempo más realizará el milagro de conducirlos. Comience marcial   
-Nuestra historia nos enseña muy bien que los ejércitos de la patria se formaron con héroes. No fueron otra cosa, aquellos generales de la civilización, los Rivas, los Paunero, los Elías, los Rauch, los Conessa, los Mitre, los Escalada, los Baigorria y tantos otros como nuestro benemérito fundador civil.
Con pocos apellidos en su voz de mando, usted baja línea. Para rematar, continúe – Ellos nos liberaron de la barbarie, me refiero a los coliqueo, los Pincén, los Catriel, los Namuncurá y sobre todo, el gran Cafulcurá.
Desgraciadamente atravesamos un momento democrático, así que deberá pulir un poco la idea. Ensaye una expresión tierna, aunque le duela, y empate
- Estoy nombrando a los que transformaron en combustible enérgico y arrollador, capaz de producir para el mundo una nación nueva, pujante y de iguales. Ahora acuérdese de la condición de pobres de esos morochos que votan, debe esperanzarlos. Por ejemplo:-Esta nación se templa en magnos sacrificios que nos señalan un futuro, en cuya hechura participan también ustedes, como dije al principio con su proeza cotidiana de transitar la pobreza.
 También introduzca un renglón para disculparse,(de nada), pero en el imaginario de los que escuchan se instalará la idea de su modestia.
 -Puede ser que en estos días, en los que brota el amor, las emociones y la solidaridad de nuestros corazones, podamos sin intención, cometer algunos errores menores en cuánto a los procedimientos burocráticos, pero no dudo un segundo, seguro de interpretar el sentimiento de nuestros vecinos, que esos errores se disculpan por carecer de existencia cuando la ejecutividad de los actos, permiten cristalizar el anhelo de la mayoría.


No deje el tema ahí, puede agregar algo que parezca más concreto
 - -    Yo sé que pude parecer anti democrático y por lo tanto egoísta y además, nunca faltará alguna mente afiebrada que vea en este hecho un acto de nepotismo y corrupción.
    Haga un paneo de sus oyentes y continúe exhibiéndose generoso, prometa planes de viviendas, generación de empleo, no diga nada sobre el muro. Nombre a los municipios vecinos como hermanos, no como delincuentes inmigrantes. No olvide de pedirles el voto cuando sus acompañantes repartan boletas, y si lo cree necesario, acaricie una cabecita más, Boris Karlof lo hacía.

De la oposición diga – han tirado nuestro pasado arrojando nuestros valores en el lodo.

                                                                                                     Eduardo Wolfson