"Siempre que llovió..."
Capítulo XI
El Intendente
llegó con su séquito al sanatorio, conduciendo el mismo jeep que visitó la
villa.
Antes
que periodistas y cámaras llegaran a su encuentro, el teléfono celular vibró en
su cintura, apenas tuvo el tiempo para frenar y contestar.
Azorado,
recibió el mensaje del gobernador de la provincia anunciando su próximo arribo
a la ciudad. El mandatario municipal se crispó, enfurecido, quiso encontrar
alguna excusa, pero era de rigor protocolar acudir a recibirlo. Su acompañante,
el secretario de economía, leal a su jefe murmuró:
-Ese
intruso viene a llevarse los laureles que por territorialidad nos pertenecen.
El vehículo dio marcha atrás. Los movileros que aguardaban, se
sorprendieron al divisar la maniobra. Intentaron correr tras él, arrastrando
micrófonos y cablerío. El cameraman de mejor estado físico alcanzó a tomar el
perfil izquierdo del mandatario.
La inesperada desprogramación originó toda clase
de comentarios. En vivo, se expusieron versiones diversas y muy particulares
sobre lo ocurrido:
-Es una primicia de nuestro canal, -informaba un reportero- único medio en la esquina del sanatorio. La huída repentina del
Intendente desde este lugar sin efectuar declaraciones, se debería a un planteo
que el Concejo Deliberante en pleno, le hace en estos momentos acerca de no
rendir cuentas al mismo, sobre la donación que va a recibir Virginia de sus
propias manos, ni tampoco que haya presentado para su aprobación, el
decreto-ley correspondiente.
A unos tres metros, otro reportero insistía con
aquello del único medio cubriendo, en vivo y en directo el evento, luego citaba
la hora, y casi sin respirar agregaba:
-Todos hemos sido testigos de la veloz retirada
emprendida por el Sr. Intendente al divisar a los periodistas aquí congregados.
Me pregunto: ¿Tiene miedo el mandatario de enfrentar a la prensa independiente?
¿Piensa por casualidad, que sus posibles declaraciones frustrarían su actual
campaña electoral? ¿Lo habrá llamado su partido a silencio? Indudablemente,
estos interrogantes hallarán la respuesta cuando realmente reine entre nosotros
la justicia.
La conductora de un programa muy
exitoso sobre los entretelones de la farándula, puesta al azar como movilera,
refería un impresionante relato:
-No es raro que el Intendente de
esta ciudad quiera esconderse en los momentos más álgidos, no es la primera
vez.
No olvidemos que no hace mucho
tiempo fingió su propio rapto para pasar unas semanas de gran fiesta en la
compañía de una conocida vedette. Las revistas de aquella época reflejaron muy
bien ese apasionado desenfreno y sobre todo, el conmovedor perdón ofrecido a la
esposa cuando el político recobró la razón. Dejó las lolas infladas por la
cirugía de la otrora bailarina y cantante, devolvió parte del rescate que no
pudo gastar con ella y retornó a sus brazos, tan lleno de vergüenza que decidió
ofrecerle a su cónyuge, como reparo, una fastuosa mansión, de idénticas
dimensiones que la que hizo construir en su momento para la emplumada serpiente
de cascabel, que con sus encantos, lo arrebató con frenesí y le provocó esa
locura llena de amnesia, capaz de hacerlo abandonar su hogar para seguir esos
caminos, de los cuales muy pocos retornan.
Sólo la memoria nos salvará como
pueblo, por eso, evocando el pasado, no tendremos que ser muy inteligentes para
darnos cuenta sobre el rumbo que ha decidido tomar el Sr. Intendente.
Así me despido hasta la nueva
entrada, recordándoles que les hablé desde el lugar de los hechos, en vivo y en
directo, pero con opinión.
Otra entrega semanal de la novela inaudita e inedita de
Eduardo Wolfson
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