Siempre que llovió
Capítulo XVI
Otra entrega de la obra inaudita e inédita de Eduardo Wolfson
-Nuestro panel de la discordia, hoy es ocupado por
dos madres.
La ex fogueada vedette, devenida en conductora
vespertina de televisión, paseaba una vez más el pecho exuberante, altivo y
medio desnudo, frente a la tribuna de hombres apasionados y mujeres exaltadas, esperando
sostener en la medición de audiencias su fláccido producto.
Apenas unas horas antes, su producción, tratando de
salvarse del abismo, lograba mediante la promesa de unos pesos, traer en avión
a las madres de Virginia y Juan.
En Aeroparque, separaron a las mujeres,
conduciéndolas en vehículos diferentes hasta el canal. Durante el viaje, las
madres, asimilaron de sus acompañantes, hombres perfectamente consignados en
sus vestimentas irreprochables, y seguros en sus dichos: “que la que creían hasta hace un instante su amiga, no era otra cosa
que una embaucadora que maldecía su suerte”. Al principio, les costó creer
en las palabras bien pronunciadas de los desconocidos. Pero antes de llegar, ya
no dudaban que aquellos seres eran mensajeros de una verdad.
Las dos
mujeres se reencontraron recién en el aire, entradas al estudio por diferentes
extremos y recibidas con fuertes aplausos.
Luego
de dar los besos de rigor, la caudilla televisiva se volvió hacia el público, y
con voz doliente, aguijoneando la emoción, dijo:
-Estas
dos madres de condición muy humilde hasta hace pocas horas eran buenas vecinas,
que digo, eran las mejores amigas, se querían entrañablemente, más que dos
hermanas. Ellas, a pesar de su extrema pobreza, se sentían dichosas con lo que
la vida les había deparado.
Ambas
están bien casadas, sus hombres las han acompañado desde un principio, a su
manera, las han protegido. Pudieron sentir varias veces en su propio cuerpo, el
placer de procrear otras vidas.
Tuvieron
hijos hermosos y sanos, dos de ellos, Virginia y Juan, fueron hasta hace pocas
horas compañeros de todas las correrías.
Pero la
desgracia que asola en todas partes, donde existe aunque sea un poquito de
felicidad, tampoco estuvo ausente en esta instancia. Juan jugaba
imprudentemente en las vías y no vio acercarse al ferrocarril. Virginia al ver
la escena dantesca, llena de amor, solidaridad y audacia, exponiendo su propia
vida, se tiró sin red para empujar a Juan, salvándolo. Virginia también vive -hizo
una pausa mínima, tanto como para tomar aire y en un tono bajo de voz, agregó- pero tuvieron que amputarle sus piernas.
Ahora,
estas madres, que hasta ayer nomás eran carne y uña, hoy en el dolor, el odio
las abraza, ¡y se declaran enemigas irreconciliables! Yo les agradezco que
hayan elegido este programa para contar a nuestros televidentes que les sucede,
expresar aquí todo el sufrimiento que las embarga y así, queridas muchachas,
pedirles que nos permitan ayudarlas a recomponer, en la medida que podamos,
algo de esta relación rota y si no resulta así, por lo menos que les sirva de
catarsis.
El
cartel pidió aplausos a la tribuna. La curtida conductora, mudada a Celestina, caminó
y tiró besos al público recorriendo una pasarela imaginaria.
Al
cesar la algarabía, besó en ambas mejillas a la madre de Juan, esperó que la
cámara se aproximara a sus rostros, entonces preguntó:
-¿Qué te pasa querida, por que estás tan
enojada, ofuscada y enfurecida con la madre de esa niña maravillosa que salvó
la vida de tu hijo, qué te hizo esa pobre mujer?
Un rápido paneo y una detención intima en los
ojos llorosos de la madre de Virginia.
-Estoy así porque –habla
excitada la madre de Juan- dijo que a la
hija de ella le cortaron las piernas, porque mi hijo no tiene juicio y que
nosotros no le enseñamos nunca nada sobre el peligro. Todo eso que está
diciendo por ahí es una gran mentira, Dios los va a castigar, mi familia es
pobre pero educada, mi marido está ahora desocupado pero no hace como el de
ella, que se toma todo y anda manoseando a las mujeres de la villa en su propia
cara.
Los tele-espectadores, atentos a
la imagen casi apocalíptica de la mujer, fueron inundados de pronto por otra
peripecia. Por un instante, creyeron que se trató de un corte de transmisión.
Pero no, el oscurecimiento fue provocado por un movimiento.
La progenitora de la criatura
amputada, cubrió imprevistamente con su cuerpo la cámara, se abalanzó sobre la
madre de Juan, y certeramente, alimentada por la furia, aplicó un puñetazo en
su rostro.
En la tribuna, algunas mujeres
levantaron sus manos pidiendo micrófono, pero la que habló, fue la guía
veterana, procurando, que cada mujer vuelva a tomar su lugar en la escena:
-Hay mi amor, no te
pongas violenta por favor.
Se acercó a la madre de Virginia
y trató de serenarla:
-Vos estás muy
alterada por lo que le sucedió a tu hija, y eso, todos lo comprendemos. Pero
pensá, que la misma nena puede estar viéndote, en este mismo momento, a través
de las pantallas. Verá que no actúas como la mami ejemplo, que ella seguro está
deseando.
La otra mami, dice que tu esposo
se emborracha y manosea a todas las mujeres en tu presencia, ¿es cierta esta
atrocidad?
Tranquilizada, la mujer antes de
responder, transitó sobre sus mejillas un pequeño pañuelo secándose las
lágrimas.
- Mi marido es un hombre y le
gustan las mujeres, que hay con eso, en cambio al de ella, le gustan los
hombres, y eso sí es peligroso ¿no le parece?
Pero mi nena perdió las piernas porque su hijo
es un atolondrado y él, está sano y salvo mientras que mi Virginia no podrá
nunca volver a caminar.
Los
enormes pechos de la animadora se afirmaron como única presencia televisiva. Se
la escuchó como si se tratara de una voz en off.
-Todas
estas cosas que se dicen en el fragor de la batalla, contribuyen a que los corazones
se sinceren y se pueda reiniciar igualmente una hermosa relación, pero desde
otro ángulo, después de la pausa, retornamos al escenario de la vida, con esta
historia de vida, que desde ya, agradecemos a sus protagonistas, por habernos
elegido.
El programa
retornó al aire con un exabrupto de la madre de Juan:
- A
ella, porque su hija la
Virginia perdió las piernas, le están dando de todo. Ahora
resulta que ella tiene dinero, techo nuevo, pintura y hasta viajes para hacer y
como mi hijo quedó completo, a él le echan la culpa y a mi, que me parta un
rayo.
Un griterío se produjo en las
tribunas tapando el alegato. La moderadora, pidió que enfocaran su gran trasero
alabando las dotes que natura le brindó.
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