Los dos
abogados, por fin, se pusieron de acuerdo en la estrategia a seguir para que su
estudio tome notoriedad. Desde un principio, comprendieron que no podían dejar
caer en saco roto, esta gran oportunidad proporcionada por los acontecimientos.
Así, el
Dr. Carlos González Sueyro definió las ventajas, que enumeró en la reunión,
para su socio:
-Primero,
una piba que salva a su compañero, perdiendo sus piernas al ser atropellada por
un tren. Segundo, el ferrocarril, empresa privatizada que tiene una mala imagen
de gestión, se encuentra muy involucrada en la desgracia. Tercero, la pobreza y
la ignorancia de los damnificados, simplifican el trámite, facilitando que los
padres de la casi occisa, designen a nuestro estudio jurídico como sus
representantes. Cuarto, la gran cobertura de prensa que tiene el caso a nivel
nacional.
El Dr.
Carlos González Sueyro se frotó las manos, dejó su cómodo sillón rodante y
prácticamente, se abalanzó sobre su colega y amigo para abrazarlo. Ambos,
disfrutaban ya, de esa posibilidad sólida de publicidad, que se abría para su
recién estrenado bufete, y casi sin costos.
Decidieron
no perder un minuto, y poner en marcha su plan de acción.
Una camioneta
flamante, regalo de la madre del Dr. Barreiro Piaza, fue el instrumento que los
transportó, en viaje relámpago, hasta el sanatorio donde Virginia se recuperaba
de la cruda amputación. El anonimato, y vestuario elegante de los leguleyos, les
franqueó la entrada.
Los
profesionales, desembarazaron a los padres de Virginia del acoso periodístico, para
refugiarse los cuatro en una sala.
González
Sueyro extrajo una carpeta, una hoja oficio impreso y una lapicera. Articularon
un discurso, del cual sus interlocutores solo pudieron retener palabras sueltas
como: “injusticia, juicio, dinero, lucha
necesaria, etc. etc.”
Confundida y deteriorada, la pareja a modo de
firma, estampó en aquella autorización un gancho, convirtiendo a los doctores
González Sueyro y Barreiro Piazza en los representantes legales “para iniciar y llevar a cabo, toda acción
conducente a la reparación de los daños infligidos”.
Los medios presentes, le dieron
la bienvenida a los nuevos apoderados, quiénes retribuyeron brindando una
conferencia de prensa.
Comenzó
improvisando el Dr. González Sueyro:
-Nuestra
vocación por la justicia es la que nos ha motivado para ponernos al frente de
esta batalla. El doctor Barreiro Piazza y yo estamos persuadidos que este no es
un caso más. Se trata de una historia real, en la cual se conjuga lo
emblemático, como fruto de un desgarro muy doloroso, pero que también muestra
la desidia, la negligencia y la falta absoluta de protección a la que estamos
expuestos los ciudadanos inocentes de este país.
Los
periodistas, sin esperar que el letrado afianzara su introducción, principiaron
el interrogatorio con preguntas muy concretas y como siempre, todas a la vez:
-¿Habrá
juicio contra los ferrocarriles?
-¿Cómo
creen ustedes que será la carátula del juicio?
- ¿De
qué suma a resarcir se habla?
-¿Cómo y de quién, cobrarán ustedes sus
honorarios?
- ¿Cuál
será la estrategia de la defensa y cual piensan que será la de ferrocarriles?
- ¿Por
qué son dos abogados de la capital los que se hacen cargo de
la
defensa de una niña indigente?
El doctor González Sueyro compuso
un mohín para su compañero, delegando en él, la posibilidad de las primeras
respuestas. El doctor Barreiro Piazza abanicó los brazos, solicitando con el
gesto, que bajen de su visual los micrófonos:
-Nosotros
respetamos profundamente el trabajo que ustedes desarrollan y defendemos hasta
las últimas consecuencias, el deseo y el derecho que tienen a informar
-modulaba su voz pasando agradablemente de un tono a otro-. Pero les pido sinceramente que tratemos de
ordenarnos, voy a intentar una síntesis que conteste muchos de los interrogantes
que nos plantearon.
Comprenderán que todavía es muy pronto para
acuñar todas las certezas, desde ya les pido disculpas si no podemos satisfacer
completamente sus justos anhelos.
Nos preguntaron si habría juicio
contra la empresa de ferrocarriles, es muy probable. Pero también tenemos que
reflexionar, despejando un poco el campo, acerca de si es este monstruo del
riel el único responsable del crimen cometido contra Virginia, y también, si el
crimen cometido es únicamente contra Virginia.
Mi socio, el doctor González
Sueyro decía que este es un caso emblemático, y lo es porque abordamos un
encuentro desigual, por un lado todo el poder, ese que tiene la prepotencia de
llevarse todo por delante, el que tiene la soberbia de acomodar las leyes para
que siempre se adecuen a sus necesidades, y por el otro, la debilidad más
extrema, representada en la indigencia, en la ignorancia y en una niña a quien
ese poder, le arrebató para siempre sus piernas.
Nos preguntaban por la carátula
del juicio. Creo que cualquiera que se nos ocurra será factible, pero además se
quedará corta. –En una breve pausa paseó su vista por todos y cada
uno de los entrevistadores- Es cierto que
somos abogados de la capital, de ningún modo es nuestra intención quitarles
protagonismo a colegas locales, al contrario, aprovechamos esta conferencia
para pedirles que colaboren con nosotros aportándonos su experiencia en el
territorio. Les decimos, que todos juntos celebraremos si obtenemos justicia
verdadera. No tengan recelos porque venimos de Buenos Aires, no es nuestra
intención invadir espacios que no nos pertenezcan.
En cuanto a nuestros honorarios
no se preocupen, tomamos el caso como si se tratara de una cruzada, sabemos que
nuestra obligación es defender al débil, al desprotegido, al indefenso, no
hacerlo, sería traicionarnos a nosotros mismos.
Cuando el entrevistado tuvo que
respirar, un movilero de un canal de aire, introdujo la pregunta más corta:
- Ustedes
¿pertenecen a una agrupación de izquierda?
El silencio fue total, el
auditorio periodístico calló de golpe. El doctor Barreiro Piazza desconcertado,
puso los ojos en su socio demandando ayuda. González Sueyro sorprendido, no
hallaba un pensamiento contundente.
Nunca surcaron sus percepciones,
circunstancias semejantes. Transitaron la carrera soñando con ser ricos y
prestigiosos profesionales, la militancia universitaria para ellos carecía de
sentido, es más, solían fastidiarse cuando las clases se convertían en
asambleas con arengas en defensa de los obreros, la educación pública, contra
el imperialismo etc. etc.… “Ellos iban a
la facultad a estudiar no a hacer política”. Cuando se recibieron, tal vez para afirmar su objetivo de
pertenecer a otras esferas, agregaron a sus títulos el apellido materno.
Ahora, que todo el proyecto
parecía hilvanarse, como un balde de agua fría precipitaba aquella
impertinencia, que exigía ser contestada, para no perder el favor de la prensa:
-No pertenecemos a
ninguna agrupación política.
González Sueyro pensó, “¿Será
bueno o malo, para mantener nuestra promoción mostrarnos como hombres de
izquierda?” y contestó interrogativamente:
-Pero para responderle
satisfactoriamente tendría que saber, ¿qué es lo que entiende usted por
izquierda? Si cree que de izquierda son aquellos que tiran bombas, que aman la
violencia, que enseñan a los hijos a denunciar a sus padres, pues entonces mi
amigo debo decirle que ni mi socio ni yo simpatizamos con la izquierda.
Pero si
cree que izquierda, significa ser parte de un mundo más humano, en el cual cada
habitante goce de los derechos que otorgan la Constitución,
poseyendo igualdad ante la ley, entonces debo decirle que somos de izquierda
hasta los tuétanos