"Siempre que llovió..."
Capítulo XXXII
Obra inédita e inaudita de Eduardo Wolfson
Cuando
el canal capitalino transmitió las imágenes del descuido, el Intendente, se vio
acorralado.
Sintió
que aquellas telarañas sobre el prócer, televisadas a todo el país, significaban
su tumba política si no reaccionaba de inmediato. Necesitó calmarse, buscar en
su verborrea las palabras justas, que lo asistan para colectivizar las culpas,
para desactivar una posible sanción personal.
Como un
ciudadano más ganó la calle, entendiendo que iba a ser rodeado por periodistas,
algunos movileros, y muchos lameculos, que
alabarían frente a la opinión pública: “la
actitud altamente democrática del hombre político que no teme mezclarse
cotidianamente con el llano”.
Al ser
asediado, se detuvo, arrugó el entrecejo, y al distenderlo, impuso en la
atmósfera una voz intima, casi de confidencia:
-Un
colega de ustedes, a quién no culpo, porque creo que es muy difícil si no se
vive en nuestra ciudad, comprender los sentimientos de sus habitantes, y como
ellos, los expresan. - Se interrumpió, para hacer un paneo
de sus oyentes y continuó exhibiéndose generoso-
Este
periodista, tal vez sin intención, confundió a la opinión pública nacional
acerca de las actitudes de nuestros vecinos y su gobierno, a través de un
comentario perverso, valiéndose de imágenes desconcertantes, tomadas al
monumento que en homenaje a nuestro fundador, nuestros abuelos han cristalizado
en la plaza central.
Digo
que no lo culpo porque confundió la verdad. Sus ojos captaron telarañas y
excrementos de paloma, ello le bastó para acusar a esta comunidad y su gobierno
de descuidados, de pragmáticos, de antipatrióticos, de ser irrespetuosos con
nuestro pasado, arrojando sus valores en el lodo.
Yo le
digo a este decidor equivocado que no lo culpo, pero que después de mi
explicación, espero como hombre de bien, enmiende en forma pública sus
palabras, sin dar más trascendencia a este episodio. -Otra
detención, los ojos cerrados y un gesto meditante-.
Pues
bien, nuestro prócer fue un ser humano y convengamos, que a todos los hombres
que han luchado por la patria, cuando se les ha hecho el monumento, se los ha
separado del resto, quitándoles la dimensión humana.
El
héroe, se entrelaza con las generaciones posteriores mediante una escultura
fría, como lo son hasta ahora sus materiales, casi siempre mármol y bronce.
Debo admitir, que esto es lo que sucedió también aquí, la gente pasa a su lado,
y movilizada por sus preocupaciones cotidianas, no lo mira, no se siente
conmovida por una figura helada, no le atrae tocarla, ni por su temperatura, ni
por su altura.
En todo
caso yo tengo que agradecer al colega de ustedes por su agudeza visual, que
descubrió para todos nosotros esas telarañas que envuelven el bronce, porque
ellas simbolizan la protección, es una trama en movimiento que se rehace, es
una obra de arte que cuida la vida.- Abrazó a los reunidos con la
mirada, y agregó:
Tal vez
mis argumentos, a ustedes no les digan mucho, a lo mejor se acumulan en sus
oídos como palabras aisladas, casi sin sentido. Pero les pido que en lugar de
transferir estas palabras a sus cabezas, las lleven a sus corazones, entonces
encontrarán la coherencia de los sentimientos.
Como lo
he anunciado en mi última conferencia, este monumento será trasladado a la
entrada de la ciudad, será montado en un lugar clave, para ser expuesto sin
vergüenza a los ojos de todos, y así, mostrarle al mundo lo orgulloso que
estamos de ser la progenie de este hombre inmenso que ha librado un sin fin de
batallas, dejando para los tiempos su huella indeleble, en cada terrón de esta
tierra maravillosa. En su lugar, como también lo he anunciado, quedará en pocos
días más, entronizada una obra escultórica en homenaje a esa niña que ha
sintetizado, tan bien para todos nosotros, el valor inmenso de estas jornadas
tan difíciles, que como comunidad, nos toca atravesar. Me refiero a Virginia,
la protagonista de esa tragedia que enaltece espíritus y los solidariza.
La
obra, donación que hace el artista a la ciudad, está concebida en materiales
modernos, que no son solemnes como el bronce, ni fríos como el mármol. Su
textura es tan agradable que nos va a tentar acariciarla, a estar en su
cercanía, a protegerla. Es de esta forma que se puede realizar un homenaje
trascendente, sin perder por ello, su dimensión humana.
El
intervalo fue lo suficientemente corto como para permitirse respirar, con un
semblante pétreo miró a todos, levantando ambos brazos frenó las preguntas por
venir. Su monólogo recomenzó con una ocurrencia repentina, y que sintió para
sí, como un espléndido negocio.
-En
estos momentos, mi gabinete se halla abocado al estudio de un sistema de
calefacción que se adapte al monumento, para que no pierda su calidez en los
meses invernales y continúe atrayendo al público.