"Siempre que llovió..."
Capítulo XXX
Obra inédita e inaudita de Eduardo Wolfson
Las
telarañas cubrían sutilmente el caballo y el cuerpo de bronce del prócer. Tenía
a favor su altura, ya que animal y hombre se alzaban a partir de un pedestal de
tres metros.
Para
que la verdad se acerque a la realidad, es preciso señalar, que en muy pocas
oportunidades, quiénes transitaron por la plaza se detuvieron frente al
monumento, tampoco se recuerda que constituyesen multitud, aquellos que leyeron
las placas adosadas a la base, dando cuenta de la historia, las circunstancias
y los homenajes que daban sentido a semejante calidad corpórea. Pero para las
estadísticas, resultaba nula la existencia de los que elevaron alguna vez su
vista, para observar al ecuestre gentilhombre. Por lo tanto, por más que se
acumularan telarañas, o el excremento de palomas sintetice nuevas decoraciones
sobre el bizarro uniforme militar, era muy difícil, casi imposible, que alguien
planteara una queja al municipio, por el mal estado de conservación e higiene,
pues nunca, se le prestó atención.
El
hecho fue puesto al descubierto, y para vergüenza de todos los medios de
comunicación locales, por la televisión capitalina.
Una vez terminada la conferencia
de prensa llamada por el intendente, el cameraman del canal más importante de
noticias, decidió separarse del periodista que acompañaba, para recibir a febo
en algún banco de aquel espacio abierto, rodeado por el palacio municipal, la catedral,
el edificio adusto del correo, un club, y el viejo cine, transformado en templo
de un pastor moderno, capaz de amalgamar la fe y el espectáculo.
El
Hombre apoyó sobre el pasto la pesada cámara, recién entonces, soportó todo el
cansancio. Con el afán de conseguir las mejores y más competitivas imágenes, cargó
aquel aparato durante días enteros, para completar en forma eficiente, los relatos
mediocres y repetitivos de aquel movilero que le tocó en suerte.
Con los
ojos irritados, producto de la excesiva y continua filmación, con sus piernas
doloridas, maltratadas, obligadas a soportar el sobrepeso de la cámara, con los
brazos casi rígidos, en posiciones antinaturales, tomó conciencia de su agobio.
El sujeto se desparramó en el asiento. Lo primero, fue respirar profundamente,
tratando de tragarse todo el oxígeno del sitio, luego cerrar los ojos, y
percibir los destellos caleidoscópicos de colores y la cristalización de
formas, que infinitamente se reemplazaban por otras. Cuándo los abrió, desde
las tinieblas comenzó a tomar cuerpo una vez más la realidad.
Captó un
reflejo, luego, el contorno del prócer y su caballo con una gran aura producida
por los rayos de sol, y microscópicas partículas que semejando un ballet muy
entrenado, definían un sin fin de posiciones.
Mientras
la visión del profesional se recuperaba, prestaba atención a un extraño tejido
que se extendía entre una de las patas levantadas del equino, pasando por la
punta del sable en alto, en el otro extremo, avanzando como un abrigo sobre
todo el uniforme de metal.
Sin
ganas de hacerlo pero movido por la curiosidad, se paró y caminó unos pasos
hasta casi chocar contra el pedestal. Su brazo se elevó para acariciar una de
las patas del animal, masajeó las yemas de sus dedos sobre ella, y constató la
suavidad que producía la tierra añeja y la telaraña pacientemente tejida a
través de los años.
De
golpe se sintió renovado, su olfato periodístico no fallaba, allí estaba la
nota original, la primicia de ese día. Imaginaba las letras catástrofe del
anuncio: “Sodoma y Gomorra: un valiente
prócer agoniza tapado por las telarañas y la mugre en la ciudad de Virginia,
frente a la indiferencia del Intendente y sus pobladores.”
El cameraman corrió para recoger
su cámara. Con ella encendida sobre sus hombros y con el ojo pegado al visor,
comenzó a darle vueltas al monumento, grabándolo parte por parte, telaraña por
telaraña, las que dibujaban un sin fin de tramas. En la parte superior, sobre
el morrión, posadas como adustas condecoraciones, las cacas de palomas.
Sin perder más tiempo editó las
imágenes para el canal, que fueron presentadas y alternadas con otras de la
conferencia de prensa.
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