Después de todo, gracias a Yaco sigo en estos
bisnes. Claro, de un modo diferente señor juez, ahora todo es por mi cuenta.
Como me dice la gorda Catalina con
su baladro: “¡Deborah, abriste tu propia sucursal”. Y tiene razón, me echaron
del proteccionismo, pero para continuar en el glamour, me introduje en el libre
cambio que es lo que está de moda. La verdad es que no me dieron tiempo para
adaptarme. Cuando menos lo esperaba, ¡puf!, el Estado me comunicó que disponía,
a partir de ese momento, de mi más completa libertad. Y míreme ahora, presa e
incomunicada. ¡Soy inocente! Usted no
puede deducir, que por un despido, a todas luces injusto, me convierta en una
secuestradora y me coma a los chicos crudos.
Para su agenda, le diré, que nunca
he intimado con el funcionario que no encuentran del Comfer. Lo he visto sí, en
alguno que otro ágape, pero yo trato de elegir a mis entrevistados, en niveles
un poco más altos, doctor.
Para su erario, sepa que en otras
épocas, fui una movediza productora de Radio Nacional.
¿Juan Ramón de la
Cruz Vera ? ¿Es un cantante?, acaso, ¿un
literato latinoamericano?, tal vez, ¿el principal accionista de un
multimedio?...
¿¡Un cafetero!? Por supuesto que no
lo conozco, no figura en ninguna de mis agendas. No sé como ese individuo se
atreve a decir, que yo pagaba la consumición de su café a diferentes
funcionarios. Yo no soy parte, señor fiscal, de una agrupación terrorista, y
mucho menos, reconozco a este (alias carlitos) como mí líder intelectual.
Como le narraba, cuando se produjo
mi cesantía, necesitaba seguir comiendo o morir en el intento doctor, no me
quedaba tiempo para resentimientos o venganzas.
Pero como se le ocurre que me voy a
afiliar a los Comesandwich, para cumplir con mi cometido.
Sí, voy a continuar, pero por favor
no me saque canas verdes. Ahora le contesto. Mi último marido no fue mi rufián
como insinúa, tampoco lo fueron los otros que pasaron por mi vida, incluido el
padre de mi hijo. El hombre, que hasta el día en que fui detenida, vivió
conmigo, fue un locutor comercial, que un día, como protesta hacia la sociedad
de consumo, decidió dejar su empleo, para dedicarse a contarle al papel, lo que
sus retinas fotografiaban por las calles de Buenos Aires. Si señor fiscal, resultó ser un poeta que
se mantenía con sus ahorros, y alguna vitualla, que le proporcionaba un mecenas
amigo.
Así es, le comenté que Yaco logró
que siguiera en el negocio, pero no recuerdo haberle dicho que él es el gran
maestre de la secta Comesandwich. Su señoría, niego pertenecer, niego tener
contacto con miembros, y sobre todo, niego conocer la existencia de esa
organización clandestina, por ustedes denominada Comesandwich. Yaco es un
hombre de mundo, que conocí hace años.
En esa oportunidad, yo realizaba la
producción integral para la radio, de un programa folklórico que estaba a punto
de ser desafectado por las nuevas autoridades de la emisora. El conductor,
intuyendo su oscuro porvenir, para salvar el programa me rogó, que dentro del
género, produzca algo creativo. Yo pensé que como sustento, no existe nada más
folklórico que la tierra, y sobre ella, solo puede hablar con pasión un
especialista en suelos. Pregunté en la Asociación Amigos
de Países, Patrias y Solares. Ellos, muy gentilmente, y apoyando la difusión de
la idea, me orientaron hacia la
Cámara de Superficies, Tierras y pavimentos, quiénes a su
vez, me presentaron a Yaco, como hombre experto en territorios, pisos y
profundidades en túneles, cavernas y minas. Así lo conocí, y acuñé respeto por
su profesión. Años más tarde nació
nuestra amistad, cuando él ya era periodista en turismo.
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