"Los Comesandwich"
Inédita de Eduardo Wolfson
Conversación en el
Centro de la
conspiración
-Viste Tata que
todo está saliendo a pedir de boca, sin tanto expediente.
- Sí Boni, lo
admito, sos un genio, aunque me parece que se te fue la mano con los 130
funcionarios desaparecidos.
- Es que se
imponía dar un gran puñetazo para tapar los chanchullos de tu presi y sus
amiguitos.
- Nunca voy a
entender como lo lograste
- Es lo más
simple. Los guías por el mundo con el presupuesto de sus respectivas oficinas,
y los movés de acuerdo a un mapa aéreo, atento de tener a los 130 siempre en
diferentes escalas.
- vuelvo a
repetirlo, sos un genio.
-Todo lo demás
fue mucho más sencillo. La causa la hicimos caer en manos de un juez
garantista. Logramos que el Jefe general del operativo sea un viejo Comisario
oficinista, experto en informes, con los dedos más ágiles del país sobre las
Lexicon 80. El juez se declaró competente pensando en las glorias del proceso,
y como no entendía un pepino, formó comisiones, que a su vez formaron
subcomisiones, o sea que este fue el germen de la gran burocracia que embretó
al caso. Después algunos Comesandwich presos, las investigaciones, los
allanamientos, los informes, la búsqueda del autor intelectual y de paraderos,
contribuyeron a las declaraciones de testigos especiales, desde un adivino que
trabajaba para la federal, hasta una soprano medio puta retirada, que en su
juventud fue seducida por Rembrandt, el viejo comunista de los comesandwich.
Cuando la burocracia funciona, no hace falta que nosotros metamos manos.
Reconozco que los yankis siempre hablan de daños colaterales, en cambio
nosotros, podemos hablar de beneficios colaterales. Por ejemplo, durante el
juicio, hice poner una mesita frente a las catacumbas, y a un chabón, mano de
obra desocupada, para que le cobre entrada a los turistas, que querían
encontrar alguna pista sobre (Alias Carlitos), el presunto Jefe.
- Nunca pensé
que se pudiera arrancar esas garras malditas de la opinión pública que
atenazaba nuestras políticas.
- Las políticas
de las manos en la lata Tata.
- Boni, vos
sabés que con nuestros sueldos no alcanza.
- No lo se pero
lo imagino, por eso, para que la opinión pública se distraiga mientras
introducían los garfios en su bolsillo, hice que se moviera en otro sentido la
opinión publicada.
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