Papá lo sabe todo
El protagonista, Juan Domingo
Perota, es un suboficial retirado
que perteneció a un grupo de tareas.
que perteneció a un grupo de tareas.
En su niñez, sintió atracción por algunas series de televisión, y rechazo muy marcado a sus cabellos morochos, a sus ojos negros y piel cetrina. Vive obsesionado por tener un modo de vida a imagen y semejanza de lo que aquellas series exhibían.
Su incorporación a la armada, su participación en el proceso, y el reparto en
los saqueos, le permite vivir en un barrio privado y apropiarse de dos hijos rubios. Lo llaman capitán. obliga a su esposa y a si mismo, a cambiar su fisonomía, color de ojos, de cabello, color de piel, para
parecerse a sus hijos.
Personajes:
Eduardo Emilio: 28 años,
soltero. Es atlético y viste ropa deportiva de calidad. De piel tostada,
cabellos rubios y ojos claros. Se expresa con desenvoltura y da muestras de
poseer un buen vocabulario. Ha cursado todos sus estudios en colegios privados
reconocidos por sus meritorios cuerpos de profesores y avanzados equipos
tecnológicos.
Juan Domingo Perota:
padre de Eduardo Emilio. 60 años que no aparenta. Suboficial retirado de la
armada. Es un poco más bajo que el hijo, se tiñe el cabello de rubio pajizo y
usa ropa informal, juvenil y de marca. Usa lentes de contacto color azul, para
disimular su color de ojos.
Silvina Griselda: 27
años, hermana de Eduardo Emilio. Es rubia, ojos claros, de estatura normal. Se
encuentra casada con un oficial de la armada y tiene dos criaturas.
Francisca Angélica: esposa
de Perota. Es baja, 55 años. Siempre se muestra preocupada e insegura por su
atuendo. Lleva el cabello teñido de un rubio platinado y tiene lentes de
contacto para simular tener ojos claros. Siempre sonríe con aspecto bobalicón, prácticamente
no habla. Todos la llaman y conocen como "Franci". Frente a extraños,
deja que su esposo responda preguntas y tome decisiones.
Padre Sebastián Cura del
barrio privado.
El territorio es un barrio privado. Casas funcionales y muy vidriadas se encuentran diseminadas en un extenso y cuidado parque. El predio está atravesado por calles asfaltadas de recorrido curvilíneo, rodeadas por lomas de césped que las separan de las entradas a las viviendas.
La acción transcurre en el garaje de una de las viviendas. Es una mañana diáfana de un día domingo. El automóvil ha sido retirado. Eduardo Emilio ordena objetos que se encuentran apilados, que ya han dejado de usarse por haber sido reemplazados o por estar deteriorados. Muchos son juguetes, tanto de nena como de varón.
1) Escena: En el garaje, Eduardo Emilio clasifica
objetos. Entra su padre, se acerca a su hijo, y le acaricia desesperadamente
los cabellos, toma un espejo, lo coloca tomando su rostro y lo compara con los
de su hijo.
Perota: Hijo vamos a
correr que es un día precioso, Franci y Silvi ya salieron.
Eduardo Emilio: No; me
quedo ordenando este quilombo
Perota: pero si está
ordenado.
Eduardo Emilio: Papá, llamó
la guardia. Me dijeron que te esperan 4 muchachas por el aviso que publicaste
Perota: no te dijeron si
ya les sacaron cabellos.
Eduardo Emilio: ¿qué cabellos?
Perota: cuáles van a
ser,… los de la cabeza.
Eduardo Emilio: ¿para
qué?
Perota: me extraña hijo,
para hacerles el ADN en Chicago
Eduardo Emilio: ¿para
qué?
Perota: por los genes
comunistas.
Eduardo Emilio: ¿qué
pedís en el aviso?
Perota: una mucama para
limpieza.
Eduardo Emilio: no te
parece que con verlas, y pedirles algunos antecedentes ¿es suficiente?
Perota: hasta que no
lleguen los resultados del ADN, ningún miembro de nuestra familia las verá.
Eduardo Emilio: no voy a
ir a correr papá, estoy clasificando estas cosas para hacer una venta de
garaje.
Perota: (cambiando de
tema, mostrándole la tapa del diario a Jorge). Este periódico no es el del
barrio
Eduardo Emilio: no, me lo
dejó el de la guardia.
Perota: (contrariado)
creí que acordamos que en esta casa solo leeríamos el diario del barrio.
Eduardo Emilio: (naturalmente)
Me lo trajo para ver la cartelera, pienso ir con unos amigos al centro.
Perota: (intrigado) ¿hoy?
Eduardo Emilio: no, el
jueves
Perota: (pierde de
inmediato su aspecto distendido aunque trata de controlarse) -el día de las viejas
locas - (tira con disgusto el diario a un costado)
Eduardo Emilio: vamos
viejo, ¿qué te pasa?. ... Nunca me dejás pasear por Buenos Aires, quiero ver
como es el centro.
Perota: (con bronca) y
justo un jueves que está la
Plaza de Mayo.
Eduardo Emilio:¿que me
puede pasar?, es una plaza. La gente la atraviesa para ir a trabajar. (En
broma) aparte tengo bien claro que si alguien se quiere propasar, solo debo
gritar bien fuerte ¡soy el hijo del Capitán Perota! y todos retroceden.
Perota (sonriente y más tranquilo)
de todas formas, creo que habíamos consensuado, que nuestra vida la
desarrollaríamos dentro del barrio.
Eduardo Emilio; ¡Sí papá!
Perota: aquí no nos falta
nada, tenemos periódico, club, piscina, iglesia, restaurante, amigos y vecinos
rubios. A propósito, tendrías que intimar un poco más con las chicas rubias de
tu edad, que viven en el barrio.
Eduardo Emilio: ¿Y a que
viene eso ahora?
Perota: es que ya es hora
que vayas eligiendo una mujer rubia verdadera para casarte.
Eduardo Emilio: ¿me
querés echar de casa?
Perota: no, lo que pasa
es, que quiero que me des por lo menos, un nieto varón.
Eduardo Emilio: Pero
Silvi ya te dio dos nietos varones.
Perota: no es lo mismo,
no llevan mi apellido. Te ordeno que te pongas en campaña, y me hagas un nieto rubio
con grandes ojos celestes, es totalmente necesario.
Eduardo Emilio: Si papá,
pero primero, quiero ver un poco la ciudad.
Perota: cuando te agarran
esas ganas y se te hacen irrefrenables, te agarrás el auto sport o el sedán y
por la autopista, sin tomar calles laterales ponés la proa y desembarcás en Puerto Madero.
Ahí podés saborear un trago, ir a un cine, bailar, comer sushi y sobre todo
compartir con gente rubia
Eduardo Emilio: pero…,¿cual
es la diferencia entre Puerto Madero y Plaza de Mayo?
Perota: ¡Vamos a correr!.
Eduardo Emilio: no puedo
papá, estoy preparando una venta de garaje.
Perota: (lo mira, lo
palmea, le acaricia el cabello, se lo revisa y murmura para sí) ¿se le está oscureciendo?
Eduardo Emilio: ¿te vas a
poner sentimental viejo?
Perota: lo que pasa, es
que vos no sabés el sacrificio que uno ha hecho para tenerlos, para poder
cumplir con los pasos del plan trazado.
Eduardo Emilio: ¿A que
viene todo esto?
Perota: (tierno) me voy a
quedar ordenando con vos el garaje, aunque si fuera por mí lo quemaría todo, en
el futuro no tienen que entrar las cosas inútiles del pasado.
Eduardo Emilio: (se
encoge de hombros y continúa clasificando objetos)
Perota: cuando era chico,
después de las 6 de la tarde, iba todos los días a ver la televisión a lo de el
almacenero de la esquina. Mientras los otros chicos del barrio estaban ansiosos
por ver al Cisco Kid o a la
Patrulla de Caminos, yo me comía los dedos esperando que
comience Papá lo sabe todo.
Eduardo Emilio ¿y eso que
era?
Perota: también una serie,
pero de una familia dichosa
Eduardo Emilio: que raro
que no enloqueciste por las otras, al final vos sos un tipo de armas.
Perota: Y ¿qué?, acaso
los tipos de armas ¿no tenemos familias?
Eduardo Emilio: yo no
dije eso.
Perota: era un matrimonio
que tenían una hija y un hijo adolescentes. En aquel tiempo la tele era en
blanco y negro, pero yo me los imaginaba a todos en color. Blancos, muy rubios,
de grandes ojos celestes. Vivían en un barrio de casas hermosas. La de ellos
estaba rodeada por un gran jardín y separada de la del vecino por un ligustro
de poca altura.
Eduardo Emilio: como la
nuestra.
Perota: Así es. La madre
y la hija que siempre sonreían, no paraban de zarandear sus voladoras polleras
acampanadas sobre la escalera, que las comunicaba con las habitaciones
superiores. El padre llegaba del trabajo en su auto resplandeciente y último
modelo. La cena familiar estaba preparada. El hijo pedía un coche nuevo. La
hija refunfuñaba por el vestido caro del día de graduación. La madre hacía
mohines soñando junto al padre, el siempre postergado viaje de segunda luna de
miel a Hawai. Lo cierto es que nunca vi en la serie un hada madrina. Pero
siempre, indefectiblemente, todos los deseos familiares se cumplían y los
cuatro muy rubios y de ojos celestes, gratificados por una brisa refrescante,
reían con ganas a la teleplatea, mientras se dibujaba en la pantalla la palabra
The End.
(Ambos apilan objetos que
extraen de estanterías)
Perota: dale, ponete a
laburar que si no, no vas a tener lista la venta de garaje para la primavera.
Eduardo Emilio: ¿me vas a
dejar ir al centro papá?, quiero conocer, buscar sentido a las cosas
Perota: Que se te dio
ahora por buscar sentido a las cosas. Eso está pasado de moda. Nosotros vivimos
en un barrio privado, inviolable, llenos de bienestar. Somos una familia de
bien, solidaria con nuestros vecinos, con quiénes nos encontraremos después de
bañarnos y en misa. (Vuelve a tocar el cabello de Eduardo)
Eduardo Emilio: (burlón)
gozando, como tu papá lo sabe todo.
Perota: sí, así he decidido
construir mi vida. (Preocupado murmura) ¡Me parece que se le está oscureciendo
nomás!
2º Escena. La misma que la anterior. Mientras Eduardo
Emilio y su padre clasifican objetos, entran corriendo y sudadas, Franci y
Silvina.
Silvina (dirigiéndose a
todos) Hay! se hizo tardísimo, tenemos que cambiarnos.
Perota: y Roberto ¿no
viene?
Silvina: se quedó con los
chicos dady, preparando la barbacoa.
Perota: (revisando
obsesivamente los cabellos de su esposa) Franci tenés el cabello totalmente
descuidado, te están creciendo las raices y se nota tu color. No podés ir así a
misa.
Franci: (le sonrie y lo
acaricia) que te parece papí si me lo tapo con un pañuelo de seda?
Perota: está bien y no te
olvides los ojos celestes. En cada cajón de la casa te puse un par, así tenés
un repuesto siempre a mano.
Franci: (dirigiéndose a Perota)
antes que se me vaya a olvidar, querido quiero preguntarte si puedo participar
en la organización de una campaña contra el aborto con las muchachas de la
congregación y el nuevo cura de la iglesia
Perota: si por supuesto,
el aborto es un asesinato, algo que abomina nuestra conciencia cristiana y
nuestro modo de vida. Pero Franci cuando tengas que recoger los donativos,
quiero que tu pelo…¡ de raíz a punta esté rubio y reluciente! y tus ojos, los
más celestes del planeta ¿entendés?
Franci: es que ha pesar
de los años que han pasado, no pude aprender a teñirme bien y vos me prohibiste
que vaya a la peluquería
Silvina: (acercándose a
Perota) Dady, Roberto me dijo que va preparar las hamburguesas de pollo con
kechup que tanto te gustan.
Perota: (emocionado)
estoy tan orgulloso de vos hija (le acaricia el cabello largo, lacio y rubio),
me diste dos nietos hermosos y un yerno ejemplar, hombre de la marina e hijo y
nieto de marinos. Todos rubios Una joya, una verdadera joya.
3º Escena (Franci lleva a Perota a un costado. Con
su expresión permanente, ingenua y bobalicona le pregunta sin que sus hijos
puedan oír)
Franci: Querido. Cuando
nos casamos me hiciste ligar las trompas. ¿Fue para que no aborte y me convirtiera en
asesina?
Perota: (furioso pero en
voz baja) ¡pero que decís! Lo hice para que no fracase mi proyecto.
Franci: ¿cual?
Perota: el de poder
formar una familia como la de papá lo sabe todo. Si no lo hubiera hecho, no
tendriamos hijos rubios, de ojos celestes, altos e inteligentes. Gracias a esa
pequeña intervención y a...¡ la fuerza,... que me lo dio todo!, nuestros sueños
se convirtieron en realidad.
Franci: si, que suerte
que aprovechaste la oferta de ese momento.
Perota: Así es querida,
perseveré y pude tomar el objetivo. Hoy somos una familia “papá lo sabe todo”,
versión Argentina.
Franci: Ahora entiendo.
Por eso esos vecinos que teníamos en Ciudadela.
Perota: (nervioso) ¿de
qué vecinos y de qué ciudadela estás hablando?
Franci: de esos que nos
llamaban la familia Falcón.
Perota: esos
desaparecieron
Franci: ¿se fueron de
Ciudadela?
Perota: nosotros nos
fuimos de Ciudadela.
4º Escena (Eduardo Emilio se acerca a su padre
trayendo un bate de béisbol, mientras Perota se mira en un espejo las raíces de
su cabello. Franci y Silvi se retiran)
Eduardo Emilio: viejo,
este es el primer bate que me compraste, ¿te acordás?
Perota: claro, fue cuando
los yankies jugaron la final y te llevé al estadio. Mientras las porristas
alentaban a nuestro equipo, vos devorabas encantado una caja de donas.
Eduardo Emilio: (mira a
su padre intrigado) no papá, acá nunca jugaron los yankies y nunca vi a las
porristas y jamás, comí una caja de donas.
Perota:(DISGUSTADO) te
dije que por mi quemaría todo. La vida tiene que ser solo futuro.
Eduardo Emilio: (Saca una
gorra de marino) ¿qué grado tenías cuando usabas esta gorra?
Perota: (fastidioso) no
sé.
Eduardo Emilio: más o
menos es de la época en que yo nací.
Perota: tal vez.
Eduardo Emilio: (mostrándole
una foto) te digo porque acá hay una foto que está mamá joven con dos bebés
rubios, que debemos ser Silvi y yo, jugando con esa gorra.
Perota: (ofuscado) ¡vos!,
el pasado y sus certezas. ¿en esa foto están los 3 rubios? (toma la foto, la
mira y la rompe en pedacitos) no pierdas
más el tiempo revolviendo esas cosas y hagamos una gran fogata.
Eduardo Emilio: no papá,
hay cosas que quiero guardar como recuerdo y con las otras haremos la venta de garaje.
Perota: si, la venta de garaje
es muy positiva. En papá lo sabe todo la hacían, también en Daniel el terrible
y hasta en Alf.
Eduardo Emilio: y este
pasamontañas sin ojos de donde lo sacaste. ¿Se te daba por esquiar a ciegas?
Perota: (tiembla pero se
repone intentando una explicación) Muchas veces venían partidas falladas, tal
vez esa capucha, quiero decir pasamontañas es de una de esas.
Eduardo Emilio: pero, ¿para
que usaban los pasamontañas en la marina?
Perota: (piensa) para la
guerra. No viste en las películas de mariners, que llevan pasamontañas, cuando
deben salvar a un ciudadano norteamericano de los sucios, totalitarios y
narcotraficantes gusanos hispanoamericanos.
Eduardo Emilio: pero papá,
vos no fuiste a la guerra.
Perota: seguro que por
eso me dieron el pasamontañas sin ojos. ¿Por qué no quemamos todo esto y nos
dedicamos a cosas más interesantes?
Eduardo Emilio: como
quieras, pero acordate de la cita bíblica "el que incendia el fuego pagará
lo quemado".
Perota: no entiendo cual
es el mandato
Eduardo Emilio: pero vos ¿nunca
pensás?
Perota: no seas
insolente. Yo siempre he obedecido debidamente.
5º Escena: Franci entra al garaje cambiada y
tratando, de colocarse en el cabello un pañuelo de seda. Perota la ve y acude
en su auxilio.
Perota: (mientras anuda a
franci el pañuelo en la nuca) no tenés que ser tan descuidada en los detalles,
no podés ir a la peluquería, así que si vos no sabés teñirte, me llamás a mí
¿entendiste?
Franci: si querido
Perota: otra cosa, ¿no te
parece que a Silvi se le está oscureciendo el pelo?
Franci: ¡Yo creo que no!,
¿por qué me preguntás?
Perota: no sé, recién
cuando le acaricié el cabello...me pareció que estaba más áspero y más oscuro.
Franci: pero eso no puede
ser, recordá que vos mismo me dijiste que te aseguraste.
Perota: si, yo los revisé
a los dos, eran rubios y de ojos bien celestes, después pedí los antecedentes
de los padres y de los abuelos. Todos rubios, ojos claros y alemanes. ¡Los de
Silvi cuatro alemanes!. Para colmo, creo que a Eduardo Emilio también se le
está oscureciendo.
Franci: es que vos
siempre fuiste muy meticuloso en tu trabajo Juan Domingo.
Perota: tenés razón
querida, pero no todos mis compañeros resultaron ser tan meticulosos y
obcecados como yo en las tareas.
Franci: ¿qué querés
decir?
Perota: que a lo mejor
alguien no me advirtió de algo.
Franci: Estás muy ansioso,
te va a hacer mal. Si el proceso continua, siempre se puede comprar más
tintura.
Perota: estoy ansioso,
porque quiero que Eduardo Emilio se case con una chica rubia, verdadera, del
barrio, y nos dé un nieto rubio.
Franci: claro, para
continuar el apellido
Perota: sobretodo para
blanquearlo Franci
6º Escena Perota se acerca al hijo que está en el
otro extremo del garaje, lo hace furioso. Eduardo Emilio mira una caja que
contiene fotografías. Perota le toma fuertemente la cabeza con sus dos manos. Eduardo
Emilio se sorprende, trata de mirar a Perota, pero este lo obliga con su fuerza
a mantener la cabeza baja y comienza a inspeccionarle el cabello.
Perota: (gritando) vos también
lo tenés más oscuro.
Eduardo Emilio: ¿qué
decís?
Perota: Ahí (con la cabeza
alude a la caja de fotografías) ¿hay fotos tuyas de chico?
Eduardo Emilio: sí
Perota: (prácticamente se
las arranca) ¡dámelas!
Eduardo Emilio: ¿qué te
pasa? ¿Para que las querés?
Perota: (Empieza a
esparcir fotos como si se tratara de un juego de cartas) para comparar
(Eduardo Emilio liberado
de la opresión, observa atemorizado de pie, a Perota. En el otro extremo
Franci, mira por momentos la escena sin darle importancia, mientras torpemente
trata de colocarse un par de lentes de contacto)
Perota: (gritando) el
tuyo ahora también está más oscuro, esto no es posible (le habla a su mujer,
señalando a Eduardo Emilio) te das cuenta, no se puede confiar en nadie, los de
él eran suecos, si me seguí todo el árbol genealógico, vos no sabés a todos los
que descarté antes hasta encontrarlo.
Eduardo Emilio: pero
papá, ¿qué tenés?, ¿quiénes son los suecos?
Perota: (continua furioso
revisando fotos) no ves, sí tenés el cabello más oscuro que el mío
Eduardo Emilio: pero si
tu rubio pajizo es teñido.
Perota: (descontrolado)
yo sabía que vos me espiabas, esto es una traición.
Eduardo Emilio: ¿estás
desconfiando de tu paternidad?
Perota: para que sepas,
si uso agua oxigenada es para parecerme a vos.
Eduardo Emilio: pero
viejo, son los hijos los que se parecen a los padres.
7º Escena: los mismos de la escena anterior.
Franci se acerca a Perota como para calmarlo
Franci: papi, si querés,
el nene también puede usar agua oxigenada, ¿no es cierto Edu?
Eduardo Emilio: pero
ustedes perdieron la razón, ¿de que hablan?
Perota: (histérico) nunca
descuidé un detalle para cumplir con mi objetivo, no solo investigaba y probaba
todo. Solo aceptaba cuando estaba seguro que tenía lo mejor. En lo único que
tuve que abdicar fue cuando quise tener un animal como Mister Ed. Me tuve que conformar
con un caballo mudo.
Franci: ¿se venció la garantía?
Perota: ¿de que garantía
me hablás?
Franci: de la del nene
Perota: nunca tuvo
garantía
Franci: ¿pero cómo?, vos
que sos tan ordenado, que siempre me decís que cualquier cosa que compre, exija
la garantía con mayor cobertura
Perota: pero pasaron 30
años mujer.
Franci: pero a lo mejor
podemos demostrar que salió fallado de fábrica
Perota: (Quejándose) Ay,...¡
Si aquí viviera Perry Mason para defenderme!
Franci: seguro, si a las
claras sos inocente. Tendríamos que tener el derecho de devolverlo por falsedad
ideológica en el origen
8º Escena. La misma que la anterior. Entra Silvi
quedándose al lado de Eduardo Emilio. Ambos observan a cierta distancia la
conversación entre Franci y Perota.
Silvi: Es tarde, ¿todavía
no están preparados?
Perota: (fuera de sí,
pega un salto, y una vez al lado de su hija le toma el cabello con violencia)
¡Mirá Franci! ¿Ves?, ya no está terso y el color no es el mismo
Silvi: Dady, ¡me
lastimás!
Perota: hacerme esto a mí
que siempre te dí lo mejor… ¡no tenés derecho!
Franci: Silvi, escuchá lo
que te dice Dady.
Perota: Roberto ¿no te
dijo nada del pelo?
Silvi: si, quiere que me
lo tiña negro azabache
Perota: Pero estoy
rodeado de enemigos, y yo sin darme cuenta
Eduardo Emilio: Papá te
has vuelto un obsesivo
Franci: querido, Eduardo
Emilio tiene razón, somos tu familia, todos te queremos, no somos enemigos.
Perota (llorando, apenas
pudiendo modular las palabras por los nervios) ¡¿la familia?!, así se llamaba
el jabón con que te lavaba para desteñirte. Y ahora estos dos también se
oscurecen. Toda mi vida transformada en una margarita que se tira a los
chanchos.
Franci: (ESTUPIDAMENTE) a
lo mejor te salva el chapulín colorado
Perota: ¡El chapulín a
mi!, que siempre soñé con ser Superman.
Silvi: Superman ¿para qué
dady?
Perota: Será posible que
después de tantos años, todo se los tenga que explicar. Quería ser superman
para defender la verdad, la justicia y el estilo de vida americano.
9° Escena Entra el cura Javier.
Perota desesperado corre a su encuentro.
Perota: padre Javier quiero confesar.
Javier: Perota, es tan urgente,… ahora tengo que dar la misa.
Perota: vio el cabello a mis hijos.
Javier: sí, hermosos
Perota: digo el color padre.
Javier: por su puesto, no tan rubios como sus padres, pero refulgentes
Perota: ¿usted conoció a sus padres?
Javier: claro hijo
Perota: eran muy rubios
Javier: tú y Francis son un sol
Perota: se les está oscureciendo, es un pecado
Javier: pero no Perota, hoy la iglesia acepta angelitos negros.
Perota: déjeme confesar padre
Javier: pero ¿quién te está torturando hijo?
Perota: yo siempre quise emular a papá lo sabe todo
Javier: eres muy duro contigo Perota, la perfección pertenece a nuestro
señor
Perota: ellos eran rubios, aunque estaban en blanco y negro, yo sé que eran
muy rubios.
Javier: Bueno, nosotros también tuvimos nuestro proceso de purificación de
la sangre hijo.
Perota: ¿está usted seguro padre?
Javier: Me lo dijo Monseñor. Ahora que recuerdo, yo también vi., y quise
emular al pájaro canta hasta morir.
10° Escena. Se apagan las luces. En la oscuridad se
escuchan seis disparos. La escena se ilumina. Sobre el fondo aparece un paisaje
boscoso. Perota se encuentra parado frente a una fosa, mirando hacia su
profundidad, sostiene un revolver en la mano. Franci , desde una de las
entradas, se acerca hacia Perota, recogiendo algo parecido a cartuchos de bala.
Franci: ¿qué sucedió querido?, ¿qué fueron esas explosiones?
Perota: fuegos artificiales para celebrar el domingo querida.
Franci: ¿qué son estas cosas que recogi?
Perota: pitutos querida, solo pitutos para tirar en el inodoro.
Franci: a los chicos no los vi después de misa
Perota: están acá, en la fosa común del country
Franci: (se acerca y mira). Pero esta es la fosa común del country para
engrase, y cambio de aceite, querido. ¿Qué vamos a hacer ahora?
Perota: (abrazando a Franci) Ahora vas a empacar una damajuana de diez
litros de agua oxigenada, y nos vamos en una segunda luna de miel a Hawai.
Fin
Eduardo Wolfson
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