por Eduardo Wolfson
¿Por qué anunciaste que esto era el prologo de nuestra
relación? Vos sabés que no me agradan los encasillamientos. Al denunciarlo, señalás
procesos que indefectiblemente tendremos que cruzar. Los procesos dibujan
caminos que marcan el territorio. Achican nuestra percepción de esa posible
historia, de imaginarla nosotros mismos, de indagar en sus personajes, y
descubrir algo que no has visto. Ah! Entiendo, vos decís que todo necesita un
principio, “el principio del principio” según tus propias palabras, o sea la
prehistoria de esa historia que nos vamos a zambullir. Tengo tanta pasión
puesta en vos, sé que te voy a devorar, buscando la sorpresa, el sello
distintivo, un sitio de lágrimas, un lenguaje que ya no se usa, la descripción
de horizontes inasibles, discusiones inteligentes. ¿Por qué me decís que es el
prologo? No te das cuenta que con solo pronunciarlo bajás mis defensas, y estoy
seguro que lo hacés para ocultarme, según vos, lo inevitable. No me digas que
se trata de tradiciones sin importancia, que uno lo hizo, y por siglos lo
siguieron todos. Esto quiere decir que todos somos una porquería, que nadie fue
capaz de interesarse por la sensibilidad del otro. Prologo de nuestra relación,
lo insinúas como si se tratara de un estudio preliminar para saber si
continuamos juntos.
Sí, ya sé, la bendita tradición nos indica que tendremos que
intercambiar diversos capítulos juntos. Te crees tan omnipotente, que ni
siquiera se te ocurre que como individuo podría saltearme alguno, solo, sin
vos. Noto que no me has interrumpido, y no por educado, o porque me estás
escuchando con interés. Estás seguro que lo mío es un monólogo, y que eso tiene
que ver con lo teatral, y no con tus dotes literarias. En otras palabras, puedo
hablar de aquí a la conchinchina que no me vas a dar bolilla. Sí, yo sé que vos
y yo juntos no vamos a cambiar al mundo. Sólo me gustaría pedirte un favor,
pero me vas a decir que no está en vos complacerme. De todas formas te lo pido,
me anunciaste el prologo, te agradecería que no lo hagas con el epílogo y si
podés, reemplazá con blanco esa palabra
horrorosa: FIN
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