En esta ocasión se publica parte de las declaraciones de
José Gólgota, empresario funerario, a la prensa.
El pibe me resultaba
simpático. Lo que se dice hablar con él,
yo no lo había hecho nunca. Me caía simpático, porque siempre lo veía pasar en
pedo por la puerta del local. Era para la hora que nosotros teníamos que organizar
el despacho de los clientes para el cementerio. No creas que es nada fácil,
lograr que cada uno salga en el horario previsto. Siempre se atrasan en las
despedidas ¿Viste? Y uno no puede forzar las cosas por la clase de trabajo que
es. Pero el asunto se complica. Se te empieza a llenar de coches la cuadra, los
vecinos se quejan, los que van con su vehículo se equivocan de fila. Y uno no
puede ordenar el avance si todavía el cajón no está en el fúnebre. Tuve casos
que hasta se equivocaron de cortejo y fueron a parar a otro cementerio. Sí, no
te rías, es como te la cuento. Por eso, en mitad del despiplume, a eso de las 7
u 8 de la mañana, el Bernardino pasaba con una curda de no creer por la puerta
de la cochería. Y a mí me caía simpático. Porque era como cuando chicos, los
payasos sin pensarlo se daban una cachetada, y a uno le producía una risa
bárbara.
Esto, en los últimos años ha
cambiado mucho, en aquel tiempo todavía era un barrio, ¡bacán!, pero barrio
nada más. Así que recién entré en relaciones con él, un día que pasé por su
casa, ¡Que digo casa!, era un palacio eso, los viejos tenían mucha guita. Me
acuerdo que el pibe estaba sentado en la puerta, tenía pinta de perdido, que sé
yo. El asunto es que me dio lástima y frené el coche. Me contó que se quedó
solo y que no tenía un mango, que los padres se habían ido a Europa por un
montón de tiempo. Me parece que la hermana vivía en Francia con un viejo
milico. Sí, voy a tratar de hacer una síntesis: vi que el pibe no tenía rumbo,
ni sustento, viste lo que es la desunión familiar, la falta de amor. Mirá,
puede haber mucha guita, pero si falta el amor, es como tirar manjares a los
chanchos. Así que decidí ayudarlo, después de todo era un vecino del negocio.
En esos tiempos el trabajo andaba muy bien, la demanda superaba a la oferta de
salas velatorias existentes. Creo que fue una de las mejores épocas que tuvo la
cochería. Pensá que nosotros, aquí en Devoto, estamos desde 1909, mi bisabuelo fundó
el negocio. En aquel entonces, casi todas eran quintas y calles de tierra.
Cuando vi la mansión tuve la idea.
Hicimos una sociedad de palabra, él ponía las habitaciones de la casa y yo
traía los clientes y ponía el servicio. Trabajamos
a full todos los días. Y si la memoria no me falla, una noche llenamos el
comedor con un montón de clientes, victimas de un accidente. Después, la verdad, no sé muy bien que
pasó. Un día Bernardino desapareció, después vino el padre y como loco quemó
toda la mansión. En ese tiempo ya estaba el lisérgico ¿viste? Para mi que el
viejo se enguyó algo de eso. Entre nosotros, tenía alguna fama de degenerado.
Todavía están las ruinas. Si querés cuando te vayas, acá la vuelta las podés
ver. Del pibe, tuve noticias otra vez en la AFA. Ya habían pasado más de tres años. Claro,
los Gólgota somos miembros fundadores de la AFA ¿No sabías? Yo de vez en cuando voy a las
reuniones, pero no me gusta la política. Aquella vez metí la pata como un
estúpido, pero me sirvió para enterarme. Resulta que los dirigentes de la Asociación funeraria
querían mandar una solicitada, para despegarse de las cosas raras que hacía el
Bernardino. Claro..., ¿pero en que estás pensando? Yo te hablo de AFA,
“Asociación Funeraria Argentina”, y no la Asociación del fulbo, ¡Belinún!. El asunto es que
cuando lo nombraron, yo que no tengo idea en que estaba pensando, dije: -a ese
lo conozco, fue socio mío, es un pibe macanudo.
¡Vos no sabés!, se me vinieron
encima. Uno, viejo enemigo de mi padre, que entonces vivía, aprovechó mi desliz
para pedir mi expulsión. Después del revuelo, se calmaron los ánimos, entonces
un colega de Urquiza, aprovechó para contarme. Yo no lo podía creer, sabía que
el pibe era imaginativo, pero lo de licenciado en ciencias mortuorias, me
pareció descabellado, y el disparate de la trascendencia, creo que colmó el
vaso. Medio avergonzado todavía, firmé la solicitada. Por suerte como eran
muchas las firmas, la mía, no tuvo lugar para aparecer en el diario, se supone
que estaba en ese continúan las firmas. Digo por suerte, porque a mi no me
gusta quedar mal con nadie y menos con un ex socio y vecino, por es
En la AFA , tenemos un código de ética y conducta que
seguimos al pie de la letra. Un artículo dice que todo cliente que elija nicho,
tierra, mausoleo o crematorio, o sea, que en definitiva, sin importar su último
destino, debe ser identificado y contar con su correspondiente certificado de
defunción. Imagínate, parece ser que Bernardino, cuando se instaló, no fue muy
afecto en seguir estas disposiciones. Y las malas lenguas cuentan que utilizó
terrenos que adquirió con créditos blandos, para dejar memorias enterradas sin
lápida, para transformarlas en olvido. Vos me entendés
Genial Eduardo! qué gran personaje
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