Fragmento del trabajo inédito de Eduardo Wolfson "Espéculo para armar"
Este tramo forma
parte de la primera edición del libro “Sociología internacional
sobre la muerte”
de Bernardino Espéculo.
Estudio preliminar por
Alcíbiades Bermúdez Barreiro Rosales Paz
General del arma catafálica, integrante vitalicio de la Masonería Argentina del Rito Escocés Antiguo.
Desarrollar una investigación
sobre el quehacer del hermano, Lic. Bernardino Espéculo, significa para mi el
más alto honor que como hombre, como urnista, como teólogo, como castrense y
masón, he recibido a lo largo de esta existencia paradojal (1). Mi modestia me obliga a
expresar, que creo que el abordaje del tema excede mi capacidad. Pero siempre,
en toda contienda y en cualquier terreno he aceptado las improntas adversas
como desafíos a vencer. Por eso, esto que para algunos contra hechos, puede
parecer un atrevimiento, para mí, en cambio, es una definición de servicio y
como tal, la renuncia no existe. Confieso que la pluma jamás ha sido mi fuerte,
por eso le pido a mis maestros que me asistan, como lo han hecho siempre a lo largo
de mi carrera, “¡golpe a golpe!” como alguna vez, mis referentes informan que
ha dicho, intentando plagiar y distorsionar mis convicciones, un poeta
apátrida.
Conocí a Bernardino en el
Cónclave Urnistico
Mundial, llevado a cabo en la
Ciudad de Nueva York. A la reunión se le adjuntó un work-shop
con las últimas especialidades tecnológicas en receptáculos, vasijas, arquetas,
criptas, fosas, sarcófagos, ánforas, nichos, sepulturas, panteones, tumbas,
mausoleos, féretros, ataúdes. Mi presencia en el simposio del país aliado no
fue casual, una vez más, la patria había tocado a mi puerta demandando mi
entrega a su causa. El enemigo habitaba dentro de nuestras fronteras. Primero,
se mimetizaron con los ciudadanos comunes, componiendo una metamorfosis patética.
Se camuflaban en obreros, estudiantes, sacerdotes, madres, para desparramar,
sin prisa pero sin pausa, su líbelo contaminante. Llegó la hora de la espada y
del combate, y ella me encontró al frente. Las armas, bendecidas por nuestros
capellanes conocieron un triunfo rotundo. Muchos de los subversivos ausentes,
perdieron sus casas, sus muebles y otros enseres. Ya se sabe que “el que se fue
a Sevilla...” (2)
El origen del problema, anidaba
justamente en aquello que nos hacía grandes. Me refiero a la producción
sistemática y creciente, que fraternales, encaramos. El entusiasmo puesto en la
tarea, no nos permitió visualizar el dónde, cómo y cuándo correcto, para
depositar los residuos de dicho proceso productivo. (3)
En el conclave de Nueva York
esperaba encontrar la respuesta. No fue así, pero descubrí a Bernardino
Espéculo. Un empresario argentino, profesional, joven, creativo y dinámico, que
nos tendió su mano, que creyó en nuestro proyecto de país y que con todas sus
fuerzas, se comprometió a mostrarnos llave en mano, la solución final requerida
para cada caso. De su juventud, pujante y arrolladora, aprendimos que era
inútil tratar de ahogarse en un vaso de agua.
Su primera contribución fue
ampliar nuestro lenguaje, poniendo el acento en aquellas frases que de tanto
usarlas, se gastaban y caían en saco roto. Por ejemplo la tan mentada “paradero
desconocido”. Bernardino nos aconsejó que de apoco, introduzcamos en el
imaginario colectivo algunas variantes para contribuir al olvido, como ser:
disipar, evaporar, volatilizar, esfumar, desvanecer, desaparecer. (4)
Su devoción y coherencia estaban
coronadas por su humildad. Hasta el día de hoy me emociono al recordarlo en su
grupo de tareas. Parafraseando a la marcha que recuerda a nuestro insigne
educador, diré que: “fue la trascendencia su vida y su elemento”. Cuándo
decidimos premiar sus esfuerzos otorgándole un grado, Bernardino respondió: “renuncio a los honores”. En todo
momento lo percibí como un argentino derecho y humano. Bernardino es de esos
seres únicos que se dan en la historia. (5)
Con lealtad, supo construir el
tanque indestructible para ocultar el despojo del demonio. Él, no esperó para
relajarse que subiera el techo, para ello hizo descender el piso.
Consustanciado con el proceso creó su propio círculo virtuoso. Bernardino luchó
y lucha por la paz, manteniendo en alto el ideario, que por razones de espacio,
resumo en un enunciado: “el silencio es
salud”.
Confieso que lo que hasta aquí
he relatado, se compadece en un todo con la realidad más cruda. No puede ser de
otra manera, ya que como nuestro gran educador, yo también, “siento en mis pies el frío del bronce”
Notas
(1) El autor usa el
término paradojal como un contrasentido, ya que lo asombra, que sobre la
palabra en cuestión, el diccionario publique el vocablo paradero, que impresiona
como un imperativo de localización. Entonces se pregunta el autor: ¿Cómo localizar
lo que se ha decretado como inexistente?
(2) metáfora
militar
(3) se refiere a la
intención de no dañar el medio ambiente
(4) El lenguaje
Bernardiano, contribuyó a purificar una multiplicidad de áreas, involucradas en
el ciclo vital. Contra la contaminación por ejemplo, erradicó el término
basurero, reemplazándolo por predio de disposición final
(5) se refiere a la
historia oficial, la otra, ya se encontraba anulada.
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