sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo de novela


"Siempre que llovió...

Capítulo XV

Novela inédita e inaudita de Eduardo Wolfson

El camino del preparador físico hacia el estudio mayor fue galardonado por aplausos.
La gente, agolpada en los pasillos y las tribunas, forcejeaba, con el deseo oculto de aparecer en pantalla.
Luciendo una cabellera extendida y platinada lo esperaba en el plató la actriz devenida en conductora.
Los cuerpos se aproximaron, se abrazaron y mantuvieron su posición por unos segundos. Ella, besó las mejillas al director técnico del equipo campeón mundial en básquet para discapacitados. Se apoltronaron en un sillón de dos cuerpos, la dama cruzó sus piernas, luciendo para la audiencia la desnudes de sus muslos, y la tersura de su última depilación.  Cuándo cesaron los aplausos llegó la introducción:
- Quiero agradecer tu presencia en mi programa, y también felicitarte por tu profesionalismo, tu dedicación y por la alegría que has brindado a nuestro pueblo con esta copa mundial en básquet para discapacitados.
Pero lo cierto es que hoy, no te hemos convocado para festejar esta felicidad que has sido capaz de derramar en nuestras vidas, sino para hablar de Virginia y su futuro.


 Las luces se atenuaron, la entrevistadora, en silencio transfiguró su rostro y trató de ocultar las piernas, alisando la poca tela de su vestuario.
- En un acto de arrojo, cada vez que lo pienso me pone la piel de gallina, una niña argentina de condición muy humilde, a los 10 años sufrió la amputación de ambas piernas por salvar la vida de su compañerito.
Esta pequeña con su acción y con su temple nos está dando una de las grandes lecciones de la vida, pero al mismo tiempo no podemos dejar de visualizar su tragedia, y creo que tenemos la obligación de pensar en su futuro. Te pregunto sin hipocresía en mis palabras, por lo cual mi opinión, puede ser juzgada por críticos inexpertos, como una interrogación muy dura: ¿Puede tener alguna esperanza de desarrollar una vida digna una muchacha que perdió sus extremidades?

El entrenador contrajo los músculos maseteros, el gesto iracundo no pasó desapercibido para un primerísimo primer plano. La cámara redujo su impacto, cubriendo una imagen más general. El entrevistado pasó uno de sus brazos sobre el respaldo del sofá, se acomodó en un hueco de este y al fin musitó:
-Comparto todo ese dolor que tan bien acabas de relatar, pero te debo decir, que yo siempre me he criado en el optimismo, en mi casa paterna para todas las desgracias encontrábamos consuelo en la religión, aún hoy, a mis hijos les inculco que siempre tengan fe, que la fe como bien se dice por ahí, mueve montañas.
En cuanto a esta nena Virginia, estoy seguro que va a poder desarrollar una vida normal, intensa como la de cualquier otra criatura y hasta si quiere, practicar deporte y ser competitiva, llegando a tener grandes satisfacciones. Todo esto que digo no es por compromiso, sino porque estoy persuadido que así será, y como dicen los leguleyos, a las pruebas me remito, y ellas hoy, dicen que en deportes, los argentinos tenemos a los mejores paralíticos del mundo.

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