miércoles, 6 de marzo de 2013

Capítulo de novela


Siempre que llovió... 

Capítulo IV
Otra entrega de la novela inaudita 
de Eduardo Wolfson

La conocida actriz local, en voz alta, reflexionó para la audiencia:
-Virginia perdió sus piernas para convertirse en una celebridad.

La noticia de último momento, para obstaculizar el discurso de la actriz, llegó como anillo al dedo a la modulación brillante de la conductora:
-Un sanatorio privado la rescató de la insuficiencia del hospital público. Nuestra maravillosa Virginia acaba de ser trasladada al Sanatorio Privado Community, sus directivos han expresado que esa institución se hará cargo de todos los cuidados e intervenciones necesarias para su recuperación, sin que ello demande ningún tipo de gastos para la humilde familia de la criatura. Por favor, fuerte ese aplauso, para premiar a estos abnegados profesionales de la salud.

Un primerísimo primer plano sobre el rostro de la actriz, detectó una lágrima que atraída por la ley de gravedad, construía un surco en el maquillaje con desembocadura en la comisura de los labios. La sensibilidad expuesta por la estrella no pasó desapercibida para el conductor, quién ponderó:
-Estas son horas de dolor. Yo sé que nuestro público cree que la gente famosa no siente, que son insensibles construcciones mediáticas para animar una puesta en escena. No es así, son seres humanos que sufren. La prueba la capta nuestra cámara, y es el llanto, que sin mediar palabras acude a nuestra invitada.

La actriz, visiblemente emocionada por los conceptos vertidos, acota:
-Que gran verdad expresaste. Las dudas sobre el futuro de Virginia me acosan y laceran. Me pregunto y me martiriza pensar, ¿si tendrá alguna vez esta niña relaciones sexuales satisfactorias?

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