sábado, 12 de octubre de 2013

Capítulo de Novela

"Siempre que llovió..."
        
        Capítulo XXXVIII
              Otra entrega semanal de la
  obra inaudita e inedita de Eduardo Wolfson


Los pasillos de entrada al canal y los depósitos preparados para archivar la utilería, saturados de artículos donados por la comunidad para Virginia, señalaban el fin próximo del programa ómnibus, que cumplía su tercer día de emisión.
. En la reunión mantenida por el directorio ejecutivo del multimedio y los gerentes de programación, el jefe de noticias admitió:
- si el caso lo amerita, produciremos los flashes necesarios, para mantener informada a la población, sobre las distintas aristas que tomen los acontecimientos.

Así, se sellaba la hora de finalización y el destino, de la transmisión especial, para volver a los programas de rutina.
A esa altura de los acontecimientos, en el aire se presentaba un cuadro patético. Productores y operadores extenuados cometían errores muy difíciles de disimular. En pantalla, se perpetuaba el deterioro de los conductores, ojos con bolsas, maquillajes corridos, nudos de corbatas chuecos, polleras arrugadas.
A pesar de todo, realizaban un esfuerzo encomiable por mantener el ritmo. Sobre todo el locutor, quien consiguió colocar su mejor sonrisa y una voz bien modulada, enérgica y fuerte, cuando leyó la última lista de regalos enviados. El público en las tribunas, victima de sus reflejos condicionados, mantuvo su nivel de aplausos y chillidos fanáticos, toda vez que el cartel fuera de cámaras, se lo exigía.
Enterado de la noticia, el asistente corrió hasta el plató, ordenó que las luces disminuyeran su potencia y dijo: “necesito que creen un ambiente tenue, cálido, una atmósfera íntima”.
Al conductor, iluminado en el centro de la escena, fuera de foco, se lo vio como una figura difusa, acariciada por brillos y sombras, que se deshilvanaban en una fuga, difícil de precisar. Su voz circuló perezosamente en palabras previsibles:
-Queridos conciudadanos y vecinos, permítanme que hoy les diga, desde lo más profundo de mi corazón, “queridos amigos”, porque así lo siento.
Hace 72 horas que compartimos nuestras emociones mezcladas con la tristeza, la alegría y sobre todo con la solidaridad. Por aquí han desfilado los actores de esta casa, artistas maravillosos de esta ciudad, políticos como el Gobernador de nuestra provincia, el señor Intendente y el Presidente del Honorable Concejo Deliberante. También lo hicieron profesionales carismáticos de la localidad, y por supuesto, la gente común, si, ustedes que han alentado con su inmensa bondad estos tres días de dolor, logrando el renacimiento esperanzado.
 Gracias a todos ustedes esta Virginia que se ha convertido en hija de todos, podrá visualizar un mañana digno, en el cual reinará para ella un cielo diáfano y venturoso.
 Si, lo adivinaron, me estoy despidiendo para pasar a nuestra programación habitual. Fueron 72 horas muy intensas junto a ustedes, no les quepa dudas que los voy a extrañar. A todos quiero decirles gracias, gritarles gracias por lo que he recibido en este corto tiempo. Pero no me despediré con un adiós, sino leyéndoles las últimas donaciones que nos han llegado, las más remolonas, pero de igual o mayor importancia que las que ya recibimos.

La cámara se desplazó, siguiendo a un solitario haz de luz turquesa que se detuvo junto a una de las entradas. Bajo su influencia, tomó a una joven esbelta de llamativa cabellera rubia. Lentamente, con paso insinuante, despertando más de un suspiro entre los televidentes masculinos, se acercó al centro, y entregó un papel al hombre, quien se dispuso a leer con voz engolada y festiva:
 - Siguen lloviendo los regalos para Virginia, zapatos de taco alto, de taco bajo, para fiesta, para todo andar, chatitas y pantuflas para cuando abandonamos la cama.  Las grandes zapaterías Localzo nos envían su última colección completa- el público lo interrumpió con un cerrada ovación- Sí, más aplausos, nuestra gente y Virginia se lo merecen.
Y por último, la casa de rodados El velocípedo nos manda una bicicleta de diseño especial, capaz de desarrollar altas velocidades... sólo es necesario pedalear.

Muchas gracias a todos, volvemos a la programación corriente. 

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