sábado, 7 de junio de 2014

Pinceladas de mis personajes


En las próximas semanas, iré describiendo a los personajes centrales de mi novela “Comesandwich”, inédita, por supuesto.

Yaco ¿Fundador de Comesandwich?


Muchos lo han negado y otros se atrevieron, sin medir las consecuencias, a señalar a Yaco como el fundador de Comesandwich. Después de hurgar un tanto en fechas, lugares y acontecimientos, estoy seguro que es uno de los candidatos más firmes. Cuándo lo conocí, era sin duda el referente de aquella heterógenea hermandad. Su figura patriarcal reforzaba esa imagen. Alto, panza prominente, calvicie avanzada, cuidada barba y bigote blanco. Gran parte de su vida transcurrió sosteniendo tres pilares: la religión, la cultura y el mantenimiento de una posición económica. Era hijo de un rabino de gran prestigio en la comunidad judía. Contaba poco de su infancia, siempre recordaba los hechos sangrientos de la semana trágica. Entonces, sus ojos siempre vivaces perdían brillo, ese estado de ánimo duraba lo que tarda en desaparecer un suspiro. La voz de Yaco era potente y grave, proveniente de un porte fisico que en todo momento se hacía notar.

Estudió ingeniería y se especializó en suelos. Se casó con una muchacha judía aficionada a las artes plásticas. Su fortuna personal fue en aumento mientras venían al mundo tres hijos.
El balance lo hizo en el balcón terraza de su piso de Belgrano. Sintió que 70 años se le esfumaron como arena fina entre los dedos. 40 años pasaron de la compra, cuando todavía el edificio era solo un proyecto. Al inaugurarlo, pisó su balcón terraza del último piso y como  lo previó, tuvo ante sí un gran paisaje de verdes que se desdibujaban en un río que divisaba a un kilómetro y medio. La libertad visual de aquella extensión, fue la certeza de muy pocos días.

Sentado en la reposera, lo inquietó el trabajo de unas excavadoras en el terreno de enfrente. Así surgieron grandes estructuras de hormigón que avanzaron hacia el cielo,  rodeando  su balcón terraza. En pocos días, Yaco se sintió vigilado por seres, que se amparaban detrás de cientos de ventanitas. Los hijos crecieron. Por una razón u otra, atávica tal vez, vaya a saber, todos abandonaron, no solo el hogar paterno, sino también el país. A lo mejor, tradicionalmente errantes, quizás perseguidos, puede ser.

Lo que vino después, Yaco no supo sí se debía pura y exclusivamente a la crisis económica o a su incapacidad personal para retener lo hecho. En la mesa del comedor, comenzaron a acumularse cuentas de servicios vencidas, demandas judiciales, peticiones de embargo.

 Con ese extraño síntoma de saberse vigilado, desde esa reposera en el balcón, Yaco me relató que supo esa tarde que en ese sitio estaba acabando como un rito su pasado, incorporándose un después, tan solo una mueca que iba a permitir cambiar su destino, antes de entrar en el guiness de los records.

Yaco reconoció dos debilidades, la de regodearse viajando lujosamente, y la de sentarse a buenas mesas, probando las bebidas y comidas más exóticas y finas al paladar. En ese instante de balance, registró que durante un tiempo prolongado estos deseos se cumplieron. Efectivamente, gracias a su holgada economía, pudo conocer las grandes capitales del mundo, los mejores hoteles y los restaurantes tradicionales de cada lugar. Pero con todo, Yaco sintió que nunca pudo gozar totalmente de esos placeres. Como una revelación divina, desde lo más oscuro de su inconsciente surgió la causa. ¡Siempre tuvo que pagarlo todo! Juntar el dinero a utilizar, le llevaba mucho más tiempo que gastarlo. El primero era un tiempo que le parecía eterno, el segundo efímero. La posibilidad de darse placer se esfumaba como el segundo tiempo.
La solución vino como un relámpago del cielo. Yaco abrió los brazos como para alertar a su esposa, pero se arrepintió. Por más que amaba a esa mujer, se dio cuenta que ella no podía estar contenida en su proyecto. Yaco se había propuesto viajar, hospedarse, beber y comer de lo mejor hasta el fin, sin gastar jamás un solo peso, y un viajero, necesitaba despojarse de todos los bagajes acumulables y de todos los sentimientos para poder disfrutar, para que ninguna preocupación, enturbie la posibilidad del maná permanente.
Eduardo Wolfson



2 comentarios:

  1. ¿Y porque no? "comeSANGUCHES" ¡No a la extranjerización!

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    1. Los protagonistas, son gente refinada que sentirían como un insulto llamarlos de la manera que propone, sobre todo para su pensamiento nacional

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