sábado, 13 de diciembre de 2014

Capítulo de novela

"Los Comesandwich" inédita de Eduardo Wolfson

Alegato de la defensa.
            

          Su señoría, señor fiscal, jurisconsultos de la querella. Es mi deber, como defensora oficial, materializar mi alegato amparando los intereses de este grupo de personas, sentadas en el banquillo de los acusados, célebres ante la opinión pública bajo el mote de Comesandwich.
            Para cumplir con el mandato que la sociedad me impone, es mi obligación arrojar debajo de la alfombra, cualquier tipo de sentimiento encontrado que me surja, con el fin de proveer a estos desdichados, una defensa justa.
            Un simple muestreo sobre los acusados, indica que no valen para ninguna reivindicación. Pero como hombres de la justicia, no tenemos derecho a condenarlos por adolecer estos de peculiaridades pintorescas, y tampoco, por participar de ágapes en sitios y momentos equivocados.
            Es cierto, hace una década, un nuevo misterio sobrevolaba el cielo argentino, 130 funcionarios políticos desaparecían de la noche a la mañana. Comunicadores y periodistas, totalmente desorientados, ensayaron las hipótesis más descabelladas para llenar sus espacios de aire, imagen o papel. Muchos para ocultar su propia ignorancia, intentaron transformar en victimarios a las victimas introduciendo la duda en el público. “Algo habrán hecho”, decían, y lo repetían incesantemente. Pero como lo señaló muy bien el señor fiscal en su exposición, estos funcionarios, jamás hicieron nada mientras cumplían su función. A no ser que se entienda, que comer, en los acontecimientos oficiales junto a mis defendidos es hacer algo.
            Sin embargo recuerdo señor juez, que una gran parte de  la sociedad, sorprendida, creyó que nos encontrábamos frente a una deserción voluntaria y patriótica. Algunos analistas, entendieron que se trataba de una majestuosa campaña creativa, un espectáculo, cuya culminación se conocería en pocas semanas. Arriesgaban, que los 130 funcionarios, auspiciados por una empresa Láctea, serían depositados con un dirigible en la Plaza de Mayo, entre fuegos artificiales y, enarbolando un estandarte con la sigla de un nuevo partido transversal. Desgraciadamente, nada de eso ha sucedido.
            El gran misterio produjo entusiasmo, y al no resolverse, sobrevino la decepción. Al principio, los familiares de los agentes ausentes, no advirtieron la tragedia, pues estaban acostumbrados a no verlos. Fue recién el día que no llegaron con sus estipendios mensuales que tomaron conciencia de ella.
            La justicia, y sus diligentes auxiliares, como las fuerzas de policía, se pusieron una vez más al servicio de la comunidad.
            Se realizaron allanamientos, se crearon comisiones multidisciplinarias con sus códigos especiales de procedimiento, se buscaron testigos, se autorizaron escuchas telefónicas sobre sospechosos.
            Se detuvo también a este grupo, que muy elegantemente, el señor fiscal denominó entonces como buró capital de los Comesandwich. El tribunal disponía de detenidos, de fotos de ellos junto a varios de los funcionarios desaparecidos, lo que prueba que se conocían. Pero a la audiencia le faltaba y le sigue faltando hasta hoy, el motivo.
            Mientras tanto, mis defendidos han sufrido la cárcel, la condena social, y con ella, han visto reemplazar su honra y predicamento, por la ignominia y humillación. Hoy, su territorio conoce la mezquindad del desierto, cultivando tan solo la vileza de la soledad.
            No es mi intención, reducir la afrenta que ha recibido nuestra nación hace una década, a un problema sentimental. El tribunal, se ha preguntado desde el principio: ¿cómo opera este proceso de desaparición de funcionarios?
            Otros universos sociales concretaban una interrogación más pragmática: ¿cómo opera el proceso de regeneración de funcionarios?
            Pero esta defensa señor Juez, se pregunta: ¿cómo continúa el proceso de extinción de funcionarios, luego de este intervalo, titulado “Comesandwich”?
            Mi equipo y yo, durante este juicio que parece llegar a su fin, escuchamos, leímos y analizamos sesudamente, a los testigos, a los peritos y a los informes presentados por las multitudinarias comisiones.
            En un verdadero esfuerzo por hallar la verdad, todos han esbozado hipótesis, pero nadie un posible motivo. La defensa piensa que la ausencia de motivo, se debe a que los funcionarios no están desaparecidos, porque la realidad demuestra que no se trata de seres humanos, sino de espectros que habitan cuerpos que deambulan por las instituciones. Si alguna torpeza, han cometido los Comesandwich, es la de fotografiarse con estos fantasmas.
            Esta defensa opina, que con los Comesandwich presos, las respectivas comisiones que fue organizando el tribunal, se tranquilizaron, porque contaban con el chivo en el lazo, listo para cocerlo rotizado.  Tenían a los culpables, lo único que les faltaba encontrar era el cómo y el por qué.
            Los poderes constituidos poseían el final del cuento, la condena de mis defendidos. Fue esta razón, y no otra, la que produjo que se investigara y profundizara una sola pista. Todos los actores que se involucraron en este juicio, trataron por todos los medios, y usando anteojeras equinas, engordar con alfalfa miles de informes de distintas procedencias, con un solo fin, ajusticiar a mis Comesandwich.
            Acaso, en esta década, no hemos visto como aviones majestuosos se han precipitado a tierra, dejando casi siempre un tendal de más de 200 cadáveres.
             La defensa les pregunta señores letrados: ¿saben ustedes que hacen las compañías aéreas cuando les acontece una catástrofe?
            Siento que el silencio sepulcral de la sala es la prueba de su ignorancia. Pues bien, cambian el código del vuelo. En el futuro en lugar de 5022 por ejemplo, el código del vuelo caído, pasa a ser 5024. Espero que los inteligentes colegas, entiendan esta paradoja.
            Durante diez años, nos han abrumado exprimiendo hasta el tuétano una sola pista. ¿Por qué, su señoría, se ignoró olímpicamente una de mis teorías?
            Me refiero a la posibilidad que la tragedia encuentre asidero en un plan sistemático llevado a cabo por organizaciones, que desde la onda verde, construyen un odio letal hacia los simpatizantes de las grasas trans.
            No nos olvidemos que los funcionarios desaparecidos y los Comesandwich presos, por su situación, pueden estar constituyendo un mensaje emblemático para el resto social. ¿Quién es el emisor de dicho mensaje?, ¿Acaso, algunas de las múltiples comisiones que desfilaron por esta sala, se preocupó por despejar esta duda?
            ¡No!, claro que no se hizo. ¿Será por qué las grasas trans tienen mala prensa?
            Tal vez, ya es tarde para responder, pero mañana seremos historia. Por eso me veo en la obligación de dejar autenticado en actas, estas, mis apreciaciones. Son solo pinceladas de pensamientos que habitan el cuerpo humilde de una defensora de pobres y ausentes.
            Me pregunto ¿si los miembros de este tribunal piensan que el fin justifica los medios?
            Porque es la única forma de entender su ceguera. Nadie en su sano juicio, puede negar los beneficios que para preservar nuestra salud y mejorar la calidad de vida traen las fibras insolubles, y sobre todo las solubles. Son fieles ayudantes en la lucha sin tregua contra el colesterol. El colesterol y las otras grasas que habitan nuestro torrente sanguíneo, cómplices de los radicales libres, de quiénes, consta en autos, el daño que ejercen sobre nuestro material genético, por lo tanto histórico.
            Sabemos de buena tinta, que funcionarios políticos y Comesandwich por su sedentarismo y presencia constante en banquetes, son promotores, muchas veces inconscientes, de la presencia en los organismos de la sociedad de dichos sebos pringosos. Pero habitamos un país democrático, federal y con constitución. Por lo tanto, la primera regla de convivencia debe ser la tolerancia.
            Estoy hablando de un gran plato servido, señor juez, en el que convivan para los tiempos venideros, las fibras y las grasas, los tocinos, las margarinas, los fritos. Las primeras limpiando, las otras ensuciando, pero todos trabajando para alcanzar los grandes destinos que en el concierto de las naciones civilizadas tenemos dictaminados.
            ¿Por qué?, me pregunto, en todos estos años no se apresó a ningún miembro de asociaciones ecologistas, o algún vegetariano, por qué no han declarado como testigos los representantes sojeros. Por qué no se ha presentado al estrado ese señor vestido de cuáquero que aparece tan inocentemente en las cajitas.
            No hay respuestas, solo silencio a mis preguntas. El silencio es callado, pero tiene voces.
            Por lo expuesto, excelentísimo tribunal, pido la absolución de mis defendidos por error procesal.

            La defensa descansa para almorzar.

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