sábado, 20 de diciembre de 2014

Fragmento de novela

Los Comesandwich" Inédita de Eduardo Wolfson

Reclamo oral de la sub-comisión de poetas 2º parte

           
            Le cuento, para que vea cómo en un solo acto, la física y la poesía participan para explicar la trama.
            Tal vez un electricista, pueda preguntarse sobre el momento del cortocircuito. Pero esta inquisición no tiene derecho a pedírsela a los poetas. Nosotros, testimoniamos, porque hemos sido arrancados del túnel del tiempo, millones de estrellas y nuevas galaxias bordan nuestro doloroso camino. Cuando retornamos, la conciencia nos encuentra como un cuerpo retorcido en la vereda, con el tobillo doblado que nos quema.
            Se equivoca señor fiscal, no aludo a ninguna catacumba del señor Juan Ramón de la Cruz Vera. Lo del (alias carlitos) va de suyo.
            Le decía que con ese tobillo doblado que nos quema, pretendemos huir nuevamente hacia el cielo, pero no podemos, nos encontramos rodeados por una muchedumbre de cabezas que nos observan desde arriba como la última atracción zoológica.
            ¿Creen que ignoramos que intentan ridiculizarnos?, pues no, derramamos lacerantes y desgarradoras lágrimas, mientras, unos chiquilines y otros no tanto, desparraman carcajadas imparables sobre nosotros.
            Entre la gente llamada normal, aparecen los que quieren alentarnos, se vuelven contagiosos, son los parientes del talón de Aquiles que con una sonrisa gardeliana y de contrapunto, nos expresan -"Un tropezón no es caída"-. Pero allí esta el pozo y la baldosa floja de la realidad, mis estimados jurisconsultos.        Por supuesto señor juez, los poetas conocemos la realidad, es la que nos deja tendidos mirándonos los calcetines rotos, maldiciendo a Roberto Arlt por no haber tenido vida suficiente para terminar de inventar la media que jamás se corre.
            Pero, alguien ve a alguien, que le dice a otro alguien, que Pablo Neruda le hizo odas a todo lo comestible y bebible. Entonces, como para sacarnos de encima, sin pensar en las consecuencias, un tribunal que solo acepta pruebas tangibles, generaliza, y señala a los poetas como amigos de los Comesandwich, e intenta invalidar nuestro testimonio por enemistad manifiesta con los funcionarios desaparecidos.
            Señor Juez, el paisaje comienza a ponerse monótono. Como nada nuevo pasa, hasta los canales de cable desaparecen.
            Nuestro fiscal me solicita que continúe describiendo la realidad, pues bien, aquel tobillo de poetas vuelve a inflamarse como el globo de una piñata. Un dolor intenso nos hace compañía, nos arrastramos entonces sobre las baldosas sanas para intentar apoyarnos en la vieja pared. Ese hilo de realidad nos traspasa, y entonces verbalizamos aquella frase "es una herida absurda". Pero al momento de la fantasía, los poetas burlados, desairados, humillados, sabemos que las heridas cicatrizan, pero que las cicatrices crecen con nosotros.
            Retorno al tema que nos convoca, y acuso al señor fiscal de pusilánime, por los argumentos adoptados para rechazar nuestro informe. Sostiene el susodicho que el escrito presentado por la subcomisión de poetas carece de medidas y de ritmos. Acaso ¿desconoce el magistrado que la totalidad de los miembros de la subcomisión de poetas, son de métrica libre?
            Pero para nuestra satisfacción, observamos que, él mismo, contradice sus primigenios conceptos, cuando insinúa, que nuestra investigación tiene como resultado solo un conjunto de versos. El leguleyo, se atreve a agregar, que el argumento expuesto no le resulta ni épico, ni heroico, ni siquiera lírico. Señor Juez, se nos ha pedido un informe sobre el paradero posible de 130 funcionarios desaparecidos, a partir de nuestra especialidad. Pero parece que el señor fiscal, esperaba asistir a un encuentro con el mismísimo siglo de oro español. Defiendo nuestro informe a capa y espada. Se trata sin duda de un poema elegíaco. No es la cadencia lo que molesta a nuestro fiscal, sino las conclusiones metafóricas a las que hemos arribado, que por supuesto, ni siquiera una piedra preciosa puede apreciar, justamente porque es piedra.
            Somos poetas, como un torrente, nuestra sensibilidad se expresa a través de la obra. Entonces evocamos, y sugerimos sensaciones a los demás. Pero tenga la seguridad señor Juez, que la nuestra es una subcomisión, no porque la debilidad congénita, como indica el fiscal, nos obliga a buscar protección en un cuerpo más amplio. Nada más falaz, nos acoge la comisión de escritores, porque son ellos los que necesitan de nuestro vuelo imaginativo. Somos seres especiales, no hay duda, pero el rechazo que el tribunal hace de nuestro informe, nos hiere porque no comemos vidrio.
            Admito las transgresiones que nos imputan, las mismas son el núcleo de nuestra identidad, sin ellas, nuestra existencia no tendría razón de ser. Por eso es que ignoramos en su momento, solicitar el permiso y pagar los sellados correspondientes, para desarrollar un encuentro bilateral con la comisión de físicos. Es totalmente cierto, que nuestra tarea fue subrepticia e ignorada por nuestra comisión madre, ya que no elevamos a la misma el memo, que estatutariamente, corresponde para la aprobación de las acciones futuras. Por lo tanto, deseo que el juzgado tenga en cuenta, que la comisión de escritores, nada tiene que ver con el desvío de nuestras conductas, ya que nunca les fueron formalmente comunicadas. En cuanto a la comisión de físicos, debo informar que su comportamiento procesal, fue siempre, a lo largo de nuestra relación, impoluto y aburridísimo. La responsabilidad de la amalgama con estos científicos, es nada más que nuestra. Planeamos un ardid descabellado. Decidimos que la más agraciada de nuestras poetisas sirva de anzuelo para enganchar a uno de los físicos en babia. La dicha, esparció sus encantos en el ascensor utilizado por los abstraídos hombres de ciencia. Durante un mes viajó miles de veces en el vehículo vertical, cambiando de perfume y de color de piel. Usaba vestidos rojos fuertes y cada vez más sugestivos. Les digo, que un día, solo cubrió su cuerpo con una pulserita en el tobillo.
            Usted señor juez me pregunta por la actitud de los pasajeros. Le contestaré con una metáfora: “miraban las musarañas”. Cuando nuestra abnegada representante vio agotada su batería de artilugios, por impulso, se abrazó al Presidente de la comisión de físicos, lo zamarreó y le preguntó: ¿Cómo desaparecen 130 funcionarios y no dejan ninguna flor?

            El hombre de ciencia, absorto, se dejó conducir por su victimaria hasta un entrepiso. Su voz temblorosa modulaba palabras desconectadas. Nuestra poetisa cree encontrarse frente a una advertencia cifrada. El físico descomponiéndose, no dejaba de repetir: tiempo, espacio, velocidad de la luz constante. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario