sábado, 6 de diciembre de 2014

Fragmento de novela

  “Los Comesandwich” inédita de Eduardo Wolfson


Informe oral de la comisión de físicos
           
                        Su señoría, cuando fuimos convocados por este tribunal para formar una comisión de físicos, dependiente de la comisión multidisciplinaria de peritos notables, debo confesarle que la vanidad, adormecida en nuestros cuerpos por deformación profesional, se despertó de tal forma, que mediante una metamorfosis no prevista, nos experimentamos como pavos reales en un jardín japonés. A poco de correr el tiempo cronológico, la resultante de fuerzas externas, nos convencieron que nos encontrábamos precipitados en la trampa del espejismo, y que aquella primera sacudida, no era otra cosa que una ilusión impropia al terreno de nuestra ciencia.  La comprobación, en lugar de producirnos un estado de ánimo depresivo, nos condujo a una operación de fotosíntesis.
            A pesar de varios escollos que tuvimos que sortear, comenzamos un derrotero, que más tarde, trataré de graficar. A mi juicio, lo trascendente, es que pudimos arribar a una serie de conclusiones preliminares.
            Los integrantes de enlace de subcomisiones, pertenecientes a la comisión madre, lograron en primer término una reunión de trabajo con las subcomisiones autorizadas por la comisión multidisciplinaria de peritos notables, es decir: la subcomisión de físicos puros, la de nucleares, la de matemáticos, la de químicos, la de recreativos, la de fisicalistas.
            El señor fiscal atraviesa un error conceptual, los fisicalistas no intentan competir con su labor, solo se trata de físicos abocados en forma epistemológica a propagar el lenguaje de la física a las demás ciencias, creando un centro de fusión y entendimiento universal.
            Aquel cónclave duró 558 horas, soportando unos 25° Celsius promedio, o dicho de otro modo, 70 Fahrenheit, con picos que sobrepasaban los 50° Celsius o 90 Fahrenheit, en algunas intervenciones. Decidimos dejar las disidencias de método para el futuro, y trabajar, sobre los pasos que por unanimidad acordamos.   Primero, resultaba imperioso recrear en el laboratorio las condiciones estructurales a escala real de un edificio, similar, a los usados por el Estado, para organizar, a través de sus funcionarios, la celebración de ágapes.
            Segundo, requerir la presencia voluntaria de funcionarios en el experimento, y sistematizar, las características sine qua non de un funcionario promedio.        Tercero: Aconsejados por la subcomisión de presupuesto, informe que consta en autos, nos vimos obligados a la búsqueda de un sujeto que concentre, las señas distintivas de todos los Comesandwich detenidos.
            Si señor juez, le ejemplifico: para nuestra experimentación, era preciso encontrar una síntesis de los Comesandwich. Alguien que posea el cuerpo y vozarrón de Catalina, los esmerados gestos de Yaco, la timidez de Emilio, la excentricidad de Eleuterio, la evanescencia de Aurora, la sensualidad de Devorah, la exquisita experiencia plástica de Rembrandt, y sobre todo, la suma de sus capacidades individuales para deglutir y atiborrarse de comestibles.
            No su señoría, al sujeto Juan Ramón de la Cruz Vera (alias carlitos) no se lo tuvo en cuenta para componer nuestra síntesis, ya que le recuerdo que el mismo, según surge de las declaraciones de testigos e imputados, nunca integró ágape alguno.
            Al principio, el llamado a funcionarios voluntarios para el experimento se tradujo en un fracaso. Consultada, mediante un memo amarillo, que es el que el estatuto de comunicación prescribe, la comisión de sociología nos advirtió sobre los estados alterados, que los funcionarios de 3° y 4° línea, viven desde la desaparición de 130 de sus colegas. Alegaban los sociólogos, que si bien el pánico de sucederles lo mismo, era una variable a tener en cuenta, la mediana, según el universo de sus encuestas, indicaba, que dicho estado se superaba con facilidad, siempre y cuando, se ofreciera a estos recursos un sustancioso incentivo.  Con respecto a una ciencia social, debo aclararle que nuestra credibilidad es pobre. Como su señoría muy bien sabe no es exacta, entonces tomamos su advertencia como válida para el particular que nos ocupa, pero efectuando la salvedad, de que dicha conclusión no es universal, ya que carece de los métodos científicos aprobados para otorgarle esa entidad. Así es, que desde la base piramidal, y como lo prevé el código procesal, para los pedidos presupuestarios provenientes de subcomisiones plurales, pero adscriptas a una misma rama, como es el caso nuestro, cumplimentamos una serie numerada del cero, cero, uno al uno, cero, cero, que elevamos gradualmente al resto de subcomisiones, y estas, a sus respectivas comisiones, recibiendo la comisión madre el derivado de cada una de ellas, para formalizar el informe necesario que arribe vía urgente al ejecutivo, órgano que en última instancia aprueba o desaprueba el motivo, publicando la decisión  en el Boletín oficial, siempre y cuando, el procedimiento haya cumplido todos los pasos. En el caso que nos ocupa, titulamos el pedido con letra catástrofe: “urgente, incentivo para funcionarios”. Debo señalarle señor Juez, que lo solicitado fue otorgado en menos de 24 horas.
            Muy pronto, gracias a la gran dedicación por parte de ingenieros civiles, sobre-estantes, albañiles y  meteorólogos, surgidos de un llamado a licitación pública, y de empresas en especialidades gastronómicas, elegidas, como es lógico, por el sistema de contratación directa, alcanzamos al fin en el laboratorio, la reproducción a escala de estructuras y condiciones, similares a las que existían en aquellos ágapes estatales. La repetición reiterada del experimento, contándonos a los físicos como observadores participantes, arrojó hipótesis de primera, segunda y tercera magnitud, lo cual, como ustedes comprenderán nos obligó, pero más puntillosamente, a insistir en la reanudación del fenómeno, corrigiendo, eso sí, pequeños desvíos que advertimos en los primeros banquetes.          Decidimos por ejemplo, no aceptar más la mezcla de vinos varietales franceses con sandías del país, esta aleación, produjo varias bajas entre nuestros físicos y la de dos funcionarios voluntarios. Cuando sea el momento, y formalmente, la comisión que presido solicitará a este altísimo tribunal, la formación de una comisión permanente de homenaje para los que entregaron sus vidas en aras de hallar la verdad, la única capaz de dar sentido a este juicio extraordinario. De ser aprobado el pedido, sugeriré que la primera acción de este nuevo cónclave, sea la construcción de un monumento alegórico a esos servidores de la física, que perdieron sus vidas por culpa de la química.
            Ahora señor Juez, trataré de ser breve, pero elocuente. Me refiero a la situación ingrata, denunciada en tiempo y forma, con respecto a un episodio ocurrido en el ascensor de nuestra comisión, que me tuvo como protagonista, y como contraparte, a una señora perteneciente a una autodenominada subcomisión de poetisas, ajena al ámbito de dicho elevador. Estos son los hechos: cuando accedí al aparato, no advertí la presencia en él, de la poetisa referida. Me encontraba abstraído, intentando cálculos que puedan explicar el fenómeno de la desaparición de 130 funcionarios. Iracunda, la dama de la versificación, me tomó por sorpresa de las solapas y comenzó a zamarrearme. Sorprendido, advertí que toda su feminidad estaba a la intemperie, salvo el tobillo, el cual arropaba con una pequeña pulsera de coral, o tal vez coralina. Dudo, porque no tuve tiempo de efectuar la prueba de legitimidad. Sin posibilidad de reacción, fui arrastrado por ella a través de varios pasillos. En el hueco de una escalera se arrojó sobre mi, creo que con la intención de violarme. Fue un instante de energía masa y viceversa. Al recuperar mi yo, y notar su condición de poetisa, para no ser hiriente, expresé palabras de Juana de Ibarburú:                        
                        “Porqué es áspera y fea
                        Porque todas sus ramas son grises

Yo le tengo piedad a la higuera.”

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