sábado, 31 de enero de 2015

Microrelato


Piolín y carretel


Soy el piolín del Yoyó. Anhelo expulsar al carretel cuando baja, y quedarme solo con mi peso, imperceptible peso, flotando en ondas, sin esfuerzo, viendo como el carretel, ignorante de nuestra desunión, rueda a la deriva, mareándose con la velocidad que toma. Lo imagino deslizarse entre el cordón y la calzada, preocupado, porque a esa altura del partido, el reflejo condicionado le dicta la hora de enroscarse a mí. Gozaría, si sé que escucha mi carcajada cada vez más lejana. Su presteza de circunferencia libre me dejaría sin protección. Yo piolín, finito, liviano, casi invisible. Bastaría que algún soplido me deje sin trayectoria, que cambie mi destino. Extrañaría la hendija, como los pibes echan de menos a su hogar cuando tienen hambre. Yo piolín necesitando el calor de Yoyó, amando la cárcel que me prodiga su canaleta como si se tratase de un refugio en el mejor paisaje.
                                              Eduardo Wolfson

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