martes, 6 de marzo de 2012

La duda


¿Cómo voy a perdonarlo?
Los crímenes de lesa humanidad no prescriben.
Él, por libre albedrío o por omisión, es el gran responsable.
¡No!, ni olvido ni perdón.
Siempre eligió aliados poderosos,
Los emperadores, luego los reyes y los señores feudales.
Mas tarde, se tomó su tiempo para festejar con un equipo de bolseros, que a su vez, aprendieron a jugar con las medallas que lucen los uniformes de los generales.
¡No!, ni olvido ni perdón. Los crímenes de lesa humanidad no prescriben.
En un extremo, aisló a hombres de ciencia para un desarrollo infinito de armas.
En el otro extremo, colocó a todos aquellos que hablaban de él, para bendecirlas.
¿Cómo voy a perdonarlo?
Los crímenes de lesa humanidad no prescriben.
Creó un juego perverso, siempre fue un chico divirtiéndose con el horror de todos sus personajes.
Primero cayeron desnudos destrozados por bestias, más tarde, los vio con armaduras despedir los intestinos, cuando la punta de lanza ensangrentada, se deshacía de el cuerpo para bailar, roja y chorreante, debajo del fulgor del sol.
Después, mucho después, se estremeció de placer cuando dejó caer ejércitos de campesinos en la helada, y echó una risa estruendosa para los tiempos, cuando vio a los que hablaban de él, pedir paz para los espíritus, volviendo a bendecir.
¿Cómo voy a perdonarlo?
Los crímenes de lesa humanidad no prescriben.
Para diferenciarse de los chicos, metió pólvora y metió átomo, y entonces sí, disfrutó viendo los cientos de miles que fabricaban armas, gozar y aplaudir la desaparición masiva de otros, que crecían, producían, tenían hijos y rezaban en los templos.
¡No!, ni olvido ni perdón. Los crímenes de lesa humanidad no prescriben.
Asesinó con la bomba, con el hambre, con los terremotos, con la droga. Se deleitó con la muerte, y festejó, tomando vino en la mesa de emperadores, reyes, mafiosos y banqueros.
¿Cómo voy a perdonarlo?
Los crímenes de lesa humanidad no prescriben.
Sí, es verdad. Él nos perdonó. Porque lo creamos a nuestra imagen.

                                                                                                    Eduardo Wolfson

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