viernes, 2 de marzo de 2012

El reino de los cielos y otras impurezas

San Pedro se levantó refunfuñando esa mañana. Lo primero que hizo fue dar un vistazo a su alrededor con su mano derecha, a modo de visera, sobre la frente:

"Es inútil, ya no doy abasto, sigue creciendo geometricámente la cantidad de gente. La mayoría llega en un estado lamentable. Andrajosos, sucios, hambrientos eternos. Muchos vienen con sus últimas comidas en vida, no del todo digeridas.Se van apilando donde pueden, el espacio se  redujo cruentamente.
Los alimentos más frecuentes que traspasan las barreras estelares son la polenta, porotos, garbanzos, toda clase de farinacios y ultimamente, he notado que vienen repletos de soja. La concentración de almas y las flatulencias vuelven al lugar irrespirable. En todos estos años me fui puliendo, empecé a comprender varias cosas. No se si será porque tengo una eternidad por delante, o a pesar de ella, pero siento que se me está acabando la paciencia. Recuerdo todavía cuando yo era ese pescador bruto, tosco y paupérrimo, que junto a mis hermanos, tan bestias como yo, sudaba la gota gorda tirando redes al mar tratando de rescatar algunos peces para poder satisfacer nuestro apetito atroz. ¡Ah!, si aquel día hubiéramos sacado tan solo un pez cada uno, seguro que yo no acababa metiéndome en este lio. Pero no fue así. Cuando regresamos de aquella faena inútil, mientras atracábamos el bote, lo ví observándonos. Tenía una sonrisa que en aquel momento, debo reconocerlo, me pareció sobradora. Vestía una túnica de un blanco tan inmaculado, que hoy sería perfecto para una publicidad de jabón en polvo. Bueno la historia es conocida, el tipo nos llenó de peces las redes, así, sin ningún esfuerzo. Nosotros no lo podíamos creer, pero él sabía muy bien que ese era el anzuelo para congregarnos. Nos habló con muchas palabras díficiles y en realidad, no le entendimos un pepino. Pensamos que estaba bastante tocado, pero igual lo seguimos para ver si volvía a repetir lo de los peces. En ese tiempo, ni imaginaba que estaba principiando mi carrera en su campaña celestial. Hubo un eslogan que nos pareció extraordinario: "es más facil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre al reino de los cielos". ¡Que brutos éramos Dios mío!, nos sentíamos inmensamente felices con aquellas palabras, tanto, que a ninguno se nos ocurrió preguntarle, a que lugar irían a parar los ricos.
Debo decir, que desde que me nombró conserje de aquí, hace 1900 y pico de años, que le vengo pidiendo audiencias y no me las concede. Siempre creí que su actitud obedecía a una venganza, por ese día que lo negué tres veces. Fue después de esa última cena, aquella noche infausta del año cero, si, antes que todo se pudriera y cantara el gallo. Hablando los otros días con Satanás, me dijo que este pensamiento era equivocado. ¡Claro que soy amigo de Satanás!, que se pensaban. Acaso Caín y Abel no eran hermanos. Lucifer se acordó, que el tipo me anticipó, cuando comiamos, que lo iba a negar esa misma noche, por lo tanto se puede decir que me indujo a hacerlo, para fortalecer la campaña. Después de todo, fue el mismo tipo que me dijo, aquel día que me encontró un poco bajoneado por las penurias de las largas caminatas, que yo no sería más pescador de peces, que a partir de aquel momento, sería pescador de hombres. ¡Que bruto era Dios mío!, al escucharlo me sentí bien porque supuse que me estaba ascendiendo. Pero con estos años eternos me fui dando cuenta que "pescador de hombres", equivale a lo que en tiempos más modernos se llamaría gestor de afiliaciones, recolector de adictos, proporcionador clientelistico, en fin, puntero político. Pero reconozco que me agrandé del todo, cuando me eligió para construir su iglesia, o sea un lugar donde meter a los afiliados, a los adictos, a los clientes, para que realicen sus transacciones con el reino del padre del tipo. En palabras más actuales, me estaba pidiendo que piedra sobre piedra haga el comité central y en compensación por aquel trabajo, me nombraría su primer catedrático. Después que el tipo se marchó para descansar en la morada del padre, yo muy convencido, tomé mi cayado y caminé la tierra con tres propósitos. 1) propagar lo que me acordara sobre el discurso del tipo. 2) encontrar adherentes para lo que vendría. O sea, emprender una campaña financiera para lograr el tercer propósito, que era  construir la iglesia.  Con todo mi insano juicio hice miles de sacrificios, ahora que lo pienso, creo que todo hubiera sido mucho más sencillo, si en aquel entonces ya se hubiese creado internet. Lo cierto, es que gracias a mi empeño, logré reunir unos cuantos miles de adeptos. Hoy se podría decir, que éramos evasores del fisco, los que colaboraban con la campaña financiera, usaban una cruz que yo les daba para reconocerlos. En cuanto al proselitismo, hubo momentos muy dificiles para implementarlo, estabamos fuera de la ley y cuando llegué a Roma nos cobijamos en las catacumbas para hacer las asambleas. Eran unas cuevas muy húmedas e insalubres, yo imaginaba que esos sitios eran muy parecidos al infierno y así, recuerdo que lo transmitía. ¡Que bruto era Dios mío!. Pensar que hoy lo veo al amigo Satanás y lo envidio, sanamente, claro. El tipo nos jodió con lo del libre albedrio, pero éramos tan brutos, que no sabíamos que su padre había hecho casi lo mismo, para rajar a Adán y a Eva del paraíso con el pretexto de la manzana. Yo sí que fui un empleado fiel, de la nada le construí el comite central y poco tiempo después, comenzaron a crecer sucursales en todo el mundo. Fundamos lo que hoy se llamaría una corporación monopólica y multinacional de servicios. Nuestros servidores, que en un principio no fueron mucho más que recaudadores,  con el tiempo, a medida que la organización crecía en superficie y número de clientes, se capacitaron para adaptarse a las nuevas circunstancias, y así mantener por supuesto el liderazgo de la marca. Imponer al tipo no fue fácil, aunque su imagen luciendo un aspecto lánguido y clavado en una cruz, fue en muchos sectores, bastante bien recibida, tanto, que inmediatamente la ponían en exhibición. Asombrado por esta aceptación, recuerdo que una vez le pregunté a un gran mercader, por que colgaba en cada uno de sus transportes al tipo en la cruz. Me dijo: porque así inmovil y asegurado no jode a nadie. Para recaudar fondos, debo reconocer que este asunto del camello, la aguja y ganarse el reino de los cielos, le dio al tipo resultados estupendos. Muchos poderosos nos entregaron fortunas cuantiosas para asegurarse el mejor lugar el día después. Personalmente, he recibido a muchos de ellos acá en el portal. Cuando habíamos andado solamente unos metros en el interior, me solicitaban abrumados, que interceda ante satanás para conseguirles un lugar. Insistían que me quedara con sus donaciones, pero que en forma urgente los sacara de aqui, añadiendo que se sentían estafados por la agencia de viajes. !que bruto era yo Dios mio!, que creía al principio, que estas actitudes solo se trataban de excentricidades.

El tipo vio con el tiempo, que la gran empresa era beneficiosa por un lado, pero por otro, tuvo en cuenta varios factores que debían ser corregidos si no se quería perder la manija. Un análisis institucional, le permitió advertir, que en el mismo seno corporativo se producían internas, que podían conducir al quiebre y debilitamiento del todo. Por otra parte muchos gobiernos, en esa época mayoritariamente monárquicos, pretendían tener la exclusividad de los servicios del tipo, que de aceptarlo, significaba frustrar las posibilidades de crecimiento, ya que iba a mermar drastícamente la cantidad de clientes y la posibilidad, de generar nuevos. Su estrategia fue genial, mostró dignamente ser el hijo de su padre. Aprovechó la interna dejando que haya un quiebre. Los separatistas con algunas modificaciones de organización y administración, crearon nuevas empresas al servicio del mismo tipo. Para traducirlo al momento actual, diré que el tipo creó su propia competencia con segundas marcas.

Si de algo estoy seguro, es que el tipo es lo más grande. Por ejemplo, como se compró a todos cuando dijo aquello de "Bienaventurados aquellos que creen sin haber visto". Inmediatamente les vendió en cómodas cuotas el reino de los cielos. Sí, el lugar eterno que se les tiene preparado a los sacrificados en la tierra, a los pobres , a los que han sido desgraciados, explotados, vejados, a los niños puros y a los que fueron buenos. Para decir verdad, nunca lo describió muy bien, pero con sus párabolas y gracias al libre albedrio que nos regaló, uno lo imaginaba como la mejor de las recompensas. Después de la muerte, cuánto peor te haya ido en la vida, más gloriosa sería la eternidad. Pensar que empezó con este cuento y hoy tenemos este desborde. A cada minuto son millones de almas que nos llegan alborozadas primero, porque algún bromista, les sigue diciendo en el camino que van al cielo. De vez en cuando, yo separo a alguno para interrogarlo, más que nada para hacer una muestra, o confeccionar una estadística, por si alguna vez cae un periodista, cosa que veo muy díficil y desea tener material cientifico para una nota. Los otros días, paré a uno que me dijo, que el imaginaba al cielo como un gran resort con todos los placeres incluidos para siempre, y que le devolvían, sus veinte años para disfrutarlo con todo. Al escucharlo no pude contener mi risa, le dí una palmadita en el hombro, invitándolo a continuar su camino y le dije, "Bienaventurados aquellos que creen sin haber visto". Con una expresión trágica, el alma del pobre iluso se encastró en el hacinamiento, pero esta vez, careciendo del alivio que tienen todos los mortales, de poder matarse. ¡Que gran tipo es el tipo!, pensar que ya pasaron más de 2000 años, y allá en la tierra continuan tragándose el verso original. Cómo tienen que pasar a otra vida para averiguar la verdad y de aquí, no se devuelve a nadie, no hay forma que los buenos de corazón y los pobres de espíritu se enteren de lo más mínimo. Porque de enterarse, cómo decían los españoles, otro gallo cantaría. Yo era bueno de corazón y pobre de espiritu, lo reconozco, incapáz de usar cualquier lógica, porque jamás pasó por mi frente ni una peregrina idea, con respecto al espacio que tiene que haber para acumular con comodidad, y dignamente, las almas de miles y millones de generaciones. ¡Que bruto era Dios mio!, y que brutos siguen siendo hoy esos buenos de corazón y pobres de espíritu, esos que escucho que llaman energúmenos. El tipo no es solo hijo del padre, sino también padre de los más magnos gatopardistas. Es capaz de hacerlos aguantar cualquier cosa en la vida, a cambio del paraíso en este lado, de la opulencia en lo que quieran para siempre. Por algo la imagen del tipo siempre estuvo y estará en sitios junto a los grandes señores, porque tiene el poder desde esa cruz de mantenerles al rebaño produciendo y entretenido.

¿Qué como se me fue llenando el cielo?. Pero hombre vaya la pregunta. Con saber un poco de historia y tener dos dedos de frente, la verdad se nos revela naturalmente. Bueno, debo confesar que a mi me despabiló un tal Malthus, espíritu que habita en los pagos de Satanás y que conocí en una cena fastuosa que el amigo infernal realizó en mi honor. Allí me explicó esto de la reproducción progresivamente geométrica, que tienen los pecadores con respecto a la cantidad de alimentos, que solo conocen una expansión aritmética. Yo digo que todo esto es consecuencia del libre albedrio, que el padre del tipo nos metió desde el inicio. Pero el tal Malthus me dijo que por eso, primero me cayeron los hambrientos y los que no les pudieron ganar a las pestes. Después me fueron mandando a las victimas de las guerras, y que esto era bueno según él, porque eso equilibraba las condiciones de vida en la tierra. Claro, este economista inglés vino a tomar estos aires por mil ochocientos treinta y pico, y desde ese momento quedó desactualizado. En esa cena también estaba un tal Goethe que llegó , me dijo, dos años antes que Malthus. Charlamos muy poco, pero me expresó una frase que me sirvió y mucho, para el futuro. Dijo: "prefiero la injusticia al desorden".

Eduardo Wolfson






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