sábado, 3 de agosto de 2013

Capítulo de novela

"Siempre que llovió..."
Capítulo XXVIII
Obra inaudita e inédita de Eduardo Wolfson


El Intendente cedió frente a la contundencia discursiva de su hermano. Arrepentido desde el momento que aprobó el objetivo. Sin embargo, . era tarde para una deserción. 
El palacio comunal se encontraba atiborrado. Periodistas, locales y nacionales, lo invadían buscando primicias.
Para no cometer el error, de crearse enemigos que lo acusen de nepotismo, el mandatario se vio obligado a planificar argumentos suficientes. Su decisión personal por colocar una escultura de factura fraternal, sin abrir un concurso previo a los otros integrantes de la comunidad plástica local, exigía imperiosamente una justificación. Su ingenio habitual, precisó una puesta a punto para defender el emplazamiento del nuevo monumento: “el encuentro de todos los caminos, la encrucijada, en el centro de la plaza principal”.
El sitio, obligaba a desalojar la obra ecuestre, realizada en bronce, del grandioso General que enfrentó con toda crudeza a los malones indígenas, aquellos que se opusieron al afincamiento de las buenas familias cristianas, en la región, durante el siglo XIX.
Luego de unos flashes y saludos de forma, el anfitrión comenzó a destejer la madeja:
- Señores de la prensa, los he invitado para anunciarles que el municipio que presido, acaba de aceptar una donación que nos honra y que de ninguna manera podemos rechazar.
Se trata de una obra de arte que inmortalizará para nuestros vecinos, el arrojo de una niña nuestra, me refiero a Virginia.
Al escultor, debo decir, no solo me une una profunda admiración por su vasta obra, también estoy comprometido con él por lazos sanguíneos. Si, señores estoy hablando de mi hermano mayor, quien profundamente sensibilizado se apersonó en mi despacho con lágrimas en sus ojos, para comunicarme, conmovido e impresionado en cada poro de su piel artística, su decisión de donar a todos y cada uno de los hombres que atraviesen o vivan en nuestra ciudad, una obra escultórica que simbolice el sacrificio de esta purreta maravillosa que a todo el país ha enternecido en estos días.
El monumento será inaugurado dentro de los próximos 60 días, lo situaremos en el centro de nuestra plaza, frente a la Municipalidad y a la Catedral.
Liberaremos así, del agobio que sufre, a nuestro prócer montado en su equino, que desde el bronce nos dirige y nos guía con su mirada, a través de los tiempos y el transcurrir de las generaciones.
La presencia simbólica y trascendente del General de todos, tomará un vuelo inesperado, presidiendo la entrada de la ciudad. Para ello, vamos a construir un pedestal en la encrucijada que determina la ruta provincial y el camino que penetra hacia el corazón de nuestra urbe. Así, por fin, el edificador de sociedades, será recordado no solo por ciudadanos que cotidianamente transitan nuestras calles, también por aquellos que se dirijan a otros puntos del país, acompañándolos con su positiva aura hacia su destino.

Los periodistas, sobre todo los locales de la oposición, aprovecharon el eco de las palabras introductorias y grandilocuentes, para despachar preguntas con velocidad y gusto a un dardo envenenado:
-¿No tendría que aprobar el Concejo Deliberante, la escultura que realizará su hermano y el traslado de la estatua del General?

Las pupilas del funcionario se encendieron para admitir:
- Puede ser que en estos días, en los que brota el amor, las emociones y la solidaridad en nuestros corazones, podamos sin intención, cometer algunos errores menores en cuánto a los procedimientos burocráticos, pero no dudo un segundo, seguro de interpretar el sentimiento de nuestros vecinos, que esos errores se disculpan por carecer de esencia cuando la ejecutividad de los actos, permiten cristalizar el anhelo de la mayoría.

Otro hombre de prensa ametralló:
- ¿De todas formas, no sería más democrático y generoso, convocar a todos los artistas plásticos de la ciudad, y brindarles la oportunidad de participar, presentando sus proyectos para la construcción del monumento a Virginia?

Algunos de los presentes, advirtieron, que el hombre de la comuna, antes de su respuesta, crispó su boca afinando los labios, y también que sus gestos armoniosos, trocaron en muecas desagradables:
- Yo sé que pude parecer antidemocrático y por lo tanto egoísta, y además, nunca faltará alguna mente afiebrada que vea en este hecho un acto de nepotismo y corrupción.

Primero, debo aclararles y recalcarles, que mi hermano ofreció espontáneamente una donación al municipio, tanto de su trabajo y creación artística como de los materiales que se utilizarán en la obra. Quiero decir, que toda esta cristalización de los acontecimientos que han sucedido y siguen sucediendo, enriqueciendo la memoria de todos los habitantes futuros de esta ciudad, no le cuesta un solo centavo a la hacienda pública. Le aclaro que ningún otro artista de la ciudad, se acercó a esta administración municipal para donar nada, y tampoco, ninguna institución que los agrupe, para proponer un concurso o una licitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario